lunes, 28 de julio de 2014

A tu vera



No, no se preocupen, no voy a cantar la canción del mismo nombre, interpretada con el desgarro propio de la inolvidable Lola Flores, no por falta de ganas, desde luego.

Sentado sobre la enorme pila de la fuente de Narciso, que enamorado de su imagen como sabrán, se lanzó al agua pretendiendo capturarla; se mató en el intento, renaciendo en la flor del mismo nombre, espectacular donde las haya, aunque no es menos que el tupido boscaje que la abraza. Como les iba diciendo, me viene a la cabeza una cantidad  considerable de  fuentes y esculturas diseminadas por Aranjuez, que nos hablan de un continuo canto al amor y a la fertilidad; sin ir más lejos la  cercana fuente de Apolo, Dios del amor y la belleza sentada en su trono preside majestuoso el final de una avenida apretada del  bosque. Las copas decorativas  circundando el rio juguetón en sus muchos meandros, con sus asas formadas por dos tritones, nos hablan del agua y su  papel benefactor, la sucesión interminable de este elemento decorativo compone una suave melodía de color que salpica incansable  al padre Tajo, quien por supuesto tiene  una dedicada.

La misma entrada del Jardín del Príncipe, está rematada por amorcillos  que sostienen cestos de flores y frutas, por citar un ejemplo. Si nos dirigimos hacia el Jardín del Parterre, a nuestra izquierda encontraremos la Popular Mari Blanca, es decir Venus, Diosa del amor y la belleza, nacida de  la espuma del mar de Chipre, por ello está rodeada  de caracolas, delfines, ranas..., una representación de animales acuáticos; nada más poner el pie en el  jardín, de sopetón la fuente, ahora muda, de Hércules y Anteo nos sigue hablando de su procedencia clásica, así como las Nereidas, esos  personajes marinos que acompañaban a Anfítrite; para continuar disfrutando justo detrás del anterior se encuentra la de Ceres o Demeter griega. No conozco otra forma más bonita de explicar la agricultura que  a través de la historia de dicha Diosa y su hija Perséfone.

Cuando cruzas el puente hacia la Isla, está situado Vertumno, también  la de Hércules, la de Diana Cazadora, hasta el ébrio  Dionisos  tiene  su fuente  al fondo del  sombrío  jardín. Y es que en mi opinión, no hay otra manera más atractiva y divertida para explicar las pasiones humanas, que  a través de los dioses y mitos paganos, porque las tenían, pero mucho más exageradas que  los humanos; en este sentido las  Metamorfosis de Ovidio , autor romano del siglo I, es un libro muy  ilustrativo y si además las representaciones estéticas que pueblan estos parajes son hermosas, pues miel sobre hojuelas. Digo yo.
 
GREGORIO GIGORRO
"¿Y tú qué miras?
Acrílico y tinta sobre cartón
Firmado y fechado en 2014
Medidas: 50 x 35 cm



Aranjuez, a 28 de julio de 2014
 

sábado, 12 de julio de 2014

Linda (Segunda parte)




... Volvió al coche, condujo sin parar hasta un rio grande y manso, donde se sentó a descansar sin parar de pensar en ella, sólo en ella; en su pelo, sus ojos, sus ausencias, sus silencios..., le empezó a entrar un frio, un desasosiego nuevo para él; a veces se sentía como perdido, otras chispeaba de una especie de alegría. De pronto se dijo para sí, ¡pero si soy un viejo para ella, podría ser mi hija!, ¿vivirá sola, tendrá a alguien? Un montón de preguntas revoloteaban en su cabeza, era incapaz de ocupar sus pensamientos en otra cosa, que no fuera Linda.
 
Fueron pasando los días y creía verla en un mercado, sentada en una terraza o haciendo footing..., en cualquier lugar.
 
Apenas había transcurrido una semana, volvió a dar una vuelta, quizá para olvidar y probó un nuevo local del centro, donde había actuaciones de música en vivo; nada más flanquear la puerta, le envolvió una voz aterciopelada sobre el fondo de una dulce melodía. "Si tú me dices ven...", Linda era la que cantaba, le subió por la garganta un calor ardiente que le ahogaba, toda ella iluminada parecía una burbuja brillante, de reluciente oro; metida en aquel atuendo que resaltaba su apariencia de modelo, con el pelo azabache, recogido en un moño y arropada por la media luz de las lamparitas distribuidas alrededor del escenario. Iba desgranando aquella canción tan sugestiva, tan sugerente; el silencio reinaba en aquel lugar, donde poco antes todo era ruido de copas, de voces bañadas por aquella luz ambarina, al terminar la sala entera prorrumpió en un sonoro aplauso. Cegada por la luz, no atisbaba a ver a nadie en concreto, él se percató que un negro de dos cuerpos y medio se le acercaba con cara de pocos amigos,  lo que le hizo fruncir el ceño apartándose de él, quien despareció en un pis pas.
 
Diego, se dio cuenta de que no estaba sola. (To be continued)


GREGORIO GIGORRO
"Dispara ya"
Tinta y acrílico sobre cartón
Firmado y fechado en 2014
Medidas: 35 x 49 cm


En Valencia a julio de 2014