domingo, 20 de mayo de 2018

EL ASCENSOR


¿Adónde va? Le dice él,
- Al cuarto le responde ella;
- Es igual, yo voy al garaje, continua él,
a veces subes, otras bajas, así es la vida añade,
clavándole sus ojos en los suyos.
-Qué filósofo, apostilla ella.

El le sigue mirando, 
si se pudiera elegir..., continua ella mirándole  mientras le habla,
el otro pone cara de circunstancias, sin articular palabra,
ella se marcha, él baja;
es difícil de coincidir pero desde la primera vez notó que los ojos de ella le sonreían.

Es curioso, de todas las personas que ha encontrado,
solo ella le ha mirado con firmeza,
sin desviar sus ojos.

El ascensor como la noria, la cabina o el vagón,
son lugares cerrados, claustrofóbicos, donde las personas se suelen mostrar frías, distantes...
buscando a todas luces lo que no van a encontrar en el techo de estos artilugios; 
todo sube y baja, va y viene, la vida se puede colar por cualquier rendija,
apareciendo a veces lo que no te esperas
incluso en un ascensor corriente y moliente de una casa de  vecinos.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Mirando al cielo"
Óleo sobre lienzo
Medidas: 40 x 30 cm
Firmado y fechado en 2005




En Aranjuez a 20 de mayo de 2018






jueves, 10 de mayo de 2018

Murillo y Sevilla



Bartolomé Esteban Murillo nació a finales de 1617 en la ciudad del Guadalquivir, no conoció la urbe confiada y opulenta del siglo anterior, adonde arribaba el oro de las Indias, el comercio era pujante, la mezcla de gentes de Europa poblaba sus calles, donde Genoveses, Holandeses, Pisanos... hacían ventajosos tratos, era la más importante de España y una de las más florecientes de Europa.

En el siglo XVII cambió sustancialmente su situación, nuestro país perdía protagonismo en el viejo continente, las derrotas se sucedían guerra tras guerra en favor de Inglaterra y Francia, arrebatándole la hegemonía.

Quedó huérfano de padre  y madre con nueve años, era el hijo número catorce del matrimonio, estuvo a punto de marcharse a América, pronto empezó a aprender el oficio con Antonio del Castillo.

Se casó con Beatriz de Cabrera y Sotomayor, tuvieron diez hijos, después de dieciocho años de matrimonio falleció a consecuencia de un parto, pero nunca se volvió a casar.

Conoció la peste, que mermó considerablemente la población de la ciudad, también la mendicidad, el hambre, fruto de las malas cosechas.

De todos su hijos, solo  tres le sobrevivirían, no obstante a pesar de todos estos avatares, él llevó a cabo contra viento y marea un estilo pictórico bellísimo, sencillamente delicioso a lo largo de toda su carrera, sin atisbarse ni una sombra, ningún detalle triste, nada de nada.

Nada de lo vivido le influyó, manteniendo el mismo tono impecable; sus creaciones movían a la devoción y al disfrute del pueblo, desde el primer encargo en el claustro chico de San Francisco en Sevilla hasta el retablo mayor de los Capuchinos en Cádiz, donde a consecuencia de una caida moriría el 23 de abril de 1682.

Fue profeta en su tierra, respetado y admirado por sus conciudadanos de toda condición. Trabajó como un poseso, dejándonos una ingente producción siempre cuidada hasta el más mínimo detalle, atendiendo tanto a los encargos de las órdenes religiosas en las cuales destiló una calidad humana cercana,  sin menoscabo de los atributos divinos representados, así como a la clientela privada quien se sintió más atraída por los temas profanos; sus modelos los tomó de las calles sevillanas pero en lugar de resaltar lo mezquino, lo pobre, retrató la gracia, la inocencia de niños y jóvenes.

No le hizo falta abandonar su ciudad para ir a Italia como haría Velázquez u otros pintores, pero sí conoció las colecciones reales en algún viaje a la corte.

Sus obras sobre todo las profanas se exportaron al resto de Europa, en el siglo XVIII no había casa noble inglesa que no contara con un Murillo. Soult, el mariscal francés durante la guerra de la independencia hizo acopio de todo lo que pudo pillar pero no para acrecentar el patrimonio francés sino en  beneficio propio.

Que más se puede añadir a la vida de un artista que vivió de su arte, ni rico ni pobre sino trabajando hasta el último pálpito, firme en sus convicciones tanto que supo dar la vuelta a la tortilla y tomar lo más sabroso de ella para que el mundo la siga paladeando.



GREGORIO GIGORRO
"Lisboa y yo somos asi"
Óleo sobre lienzo
Medidas: 89 x 130 cm
Firmado y fechado en mayo de 2018


En Aranjuez a 10 de mayo de 2018





domingo, 6 de mayo de 2018

Talavera de la Reina



Es sorprendente por muchas razones, cautiva envolviéndote el umbroso parque que precede a la Basílica de Santa María del Prado, salpicado de detalles cerámicos deliciosos diseminados por el jardín en forma de pedestales, coronados por jarrones, de fuentes, de bancos donde descansar, decorados por azulejos preciosos, desde donde ves pasar la vida a la sombra.

Sorprende por la Iglesia del Salvador, joya del mudejar, o las de Santiago el viejo, el nuevo, La Colegiata o las soberbias torres albarranas que forman parte de la muralla, de base romana y alzado árabe.

Como también por el anchuroso Tajo, rodeado de prieta vegetación, atravesado por puentes como el viejo también de base romana con sus arcos de medio punto y de ladrillo, de trazado sinuoso, justo enfrente de dicho puente se alza una mole que descolla al lado de La Colegiata; se trata de la Iglesia de Santa Catalina más conocida como el asilo de San Prudencio, pues  funcionó como hogar de niños necesitados tras la compra del templo por la familia Aguirre-La Calle.

Aunque hay que remontarse a finales del siglo XIV cuando el arzobispo de Toledo, Pedro Tenorio, oriundo de Talavera, vio la necesidad de meter en cintura a los canónigos y al prior de la vecina Colegiata, debido a su vida disoluta, éstos no aceptaron la clausura y el convento auspiciado por el arzobispo se pobló de jerónimos.

Tras muchas vicisitudes, a lo largo del tiempo, lo que hoy  conocemos y que se acaba de restaurar es fruto fundamentalmente de Juan de Herrera quien a la sazón se encontraba construyendo otro monasterio jerónimo, el de El Escorial.

El trabajo que llevó a cabo es majestuoso, elegante, rotundo; el desarrollo vertical de la nave, sus pilastras colosales, la ausencia casi de decoración, la iluminación de las ventanas termales en la parte superior, dan una sensación de elevación  y paz, nada te distrae para la contemplación, Renacimiento con mayúsculas.

El crucero está coronado por una cúpula sobre pechinas que hace más airoso el conjunto aunque sea posterior, la cabecera tanto al exterior como al interior es semicircular y en este sentido el altar ya es diocechesco; en la parte superior se hayan colocados dos ángeles enormes adorando, rompe la sobriedad del conjunto o quizá le da simplemente el contrapunto para resultar armonioso, sin olvidar la potente escalera volada también renacentista que sube hasta el coro para disfrutar de un espectáculo sobrecogedor.

Vayas por donde vayas en este país, hay mucha tela que cortar, sin ir más lejos y en Talavera hay muchas más  cosas que ver además de su cerámica conocida mundialmente desde tiempos lejanos  y que aun en nuestros días goza de una vitalidad sorprendente.

GREGORIO GIGORRO
Fuente elaborada por el Centro Cerámico de Talavera,
Pintada a mano
Medidas: 41 X 32 cm
Prueba de artista. 2018

jueves, 3 de mayo de 2018

Agua del cielo


Agua para las fuentes cantarinas,
los arroyos juguetones,
los embalses enormes,
los ríos que riegan huertas y jardines.

Agua para tu boca sedienta,
para los gorriones y las golondrinas.

Agua para las mangueras,
cayendo con furia sobre los tejados del palacio.
¡Qué lástima que ayer no hubiera habido una tormenta descomunal!
Tanto que lo hubiera barrido todo,
y hay mucho desperdigado a nuestro alrededor.

¿Qué diría la duquesa tan celosa de sus propiedades?,
nada, porque solo está en nuestra memoria;
el viejo edificio empezó a morir al abandonarle,
después se puso en venta, como un inmueble cualquiera,
obviando que se trataba de un monumento.

Como no hay transcendencia alguna en estos tiempos,
no hay interés por conservar nuestro legado,
para mantener la memoria de los que nos heredarán.

Ahora se lleva aquí te pillo y aquí te quemo,
vivir para ver arder lo que se  tercie.


GREGORIO GIGORRO
En el Convento de Santo Domingo
Santa María la Real de Nieva
Segovia



En Aranjuez a 3 de mayo de 2018