domingo, 28 de octubre de 2018

La elefantita

Los primeros que se percataron de su presencia, fueron los niños que se quedaron maravillados por el animal porque era de un color gris azulado y con la luz se convertía en un azul intenso, estaba engalanado para una actuación con un manto de colores llamativos cubriéndole su hermoso lomo, no paraba de llevar su trompa llena de agua para derramarla sobre si.

Hacía un calor sofocante aquel día en la playa de Sinaverde; poco a poco la expectación creció entre los bañistas acercándose al elefante, este no se asustaba, se diría que estaba muy acostumbrado al público, se sentía totalmente a su aire.

Nica que así se llamaba, echaba de menos la libertad, pasearse por la selva con su familia de donde la habían arrancado siendo pequeña unos buscavidas, quizá por la rareza de su color pensaron que aprendiendo algunas cosillas podría ser de utilidad en algún sitio.

Por eso la vendieron al circo "Tio Valerio", la llevaron lejos de su tierra a un país lejano donde entró a formar parte del mundo del espectáculo, en dicho circo vivían muchos animales cada cual amaestrado para distintas lides.

Nica se acostumbró pronto a esa vida pero nunca consiguió olvidar su pasado, sin dejar de alimentar la idea de volver; añoraba las duchas en el gran  río, los largos paseos por la sabana, sus atardeceres, sus familiares y amigos. La cautividad no la convencía por mucho que intentaran disuadirla sus compañeros y por bien que la tratasen sus amos, pues era una rara atracción.

Una noche antes de la actuación preparada para ella, aprovechó que la puerta de la jaula estaba abierta sin duda por olvido del cuidador; sin mirar hacia atrás salió corriendo sin parar hasta  llegar al mar, recordó el río de  su niñez.

Pronto surgió la confusión en todo el circo, se avisó a la policía,  pero ella estaba fuera de su alcance o eso creía; ni que decir tiene que una elefantita con ese aspecto tan  peculiar ataviada como iba, pronto dieron con ella, pero aquel  baño y toda su aventura, nadie se la podía arrebatar. Claro, esa batallita fue ganada, pero su guerra continuaba siendo díficil de conseguir. Ser libre es la mayor conquista para un ser vivo, ella se tuvo que conformarse con un escarceo.

¡Menos da una piedra!

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
Boceto para azulejo
Técnica mixta sobre cartón
Medidas 18 x 24 cm
Firmado y fechado en 2018


En Aranjuez a 28 de octubre de 2018

lunes, 22 de octubre de 2018

La Caleta


Enseguida las vio, vestida de flores reventonas de los pies a la cabeza, mirando al mar; 
la hija paseaba por la orilla, recogiendo conchas igual que lo había hecho su madre cuando era pequeña.

Él llegó provisto del bañador y la merienda, como si viviesen al otro lado del paseo y lo hubiese hecho ayer, anteayer... siempre.

Las encontró radiantes bajo aquel sol reluciente en aquella playa familiar. La Caleta es un lugar afable, popular, lamida por las olas suaves del Atlántico, de forma redondeada, escoltada a cada lado por los Castillos de San Sebastian y Santa Catalina adonde acuden familias enteras con sus churumbeles, bien pertrechadas de sillas, sombrillas, comida como si fuesen de excursión para darse un chapuzón aunque estén en el barrio vecino al mar.

El sol se tiñe de anaranjados, de tonos rojizos, el cielo inmenso, límpido, el horizonte marino es una lamina de oro, salpicada por lejanas embarcaciones.

Las gaviotas campean a sus anchas entre el público, los niños juegan a la pelota, se oye música, risas, bromas...

Ellos sentados después del sol aspiraban intensamente la tarde tendida como siempre, los pulmones repletos de yodo, olor a mar; cruzaron por el barrio de la Viña, el bullicio alegraba sus calles, las mesas de los restaurantes esperaban vestidas, el olor a pescaito quitaba el sentio mientras paseaban bajo las palmeras.

GREGORIO GIGORRO
PLAYA DE LA CALETA
Cádiz (ESPAÑA)

En Aranjuez a 22 de octubre de 2018

viernes, 12 de octubre de 2018

REDONDO


Redondo como los labios rojos,
rojo como los rabiosos atardeceres,
redonda como la luna llena,
como los lunares de ese vestido
al que le das vueltas sin parar, 
como el mundo sin fin.
Redondos como los compases sublimes
bajo la cúpula enorme,
redondas como las sobremesas en torno a una mesa redonda,
como las mañanas, como los buenos planes,
o las ruedas de los carruajes,
o los aros que engalanan tus orejas,
los ojos de buey decorando las fachadas de los palacios y de los campanarios.
Redondo como Dios, donde todo, todo cabe.


GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Ensaladera de peces"
Elaborado en Centro Cerámico de Talavera
24 x 12 cm

En Aranjuez a 12 de octubre de 2018