El esplendor del Renacimiento veneciano tiene un pintor destacado en Paolo Cagliari (Verona 1528-Venecia 1588), llamado el Veronés debido a su origen, no es desde luego el único ejemplo que nos proporcionó la Serenísima República, artistas como Tiziano, Tintoretto, Giorgione entre otros no le van a la zaga ni mucho menos.
Este pintor llegado de Verona, ciudad con una rica tradición clásica como lo atestiguan los restos romanos que podemos disfrutar hoy, caló en su personalidad; su pintura podría ser una escenografía de cine en la que se cuentan pasajes bíblicos en otros casos alegóricos bajo arquitecturas del momento que nos hablan de arquitectos como Paladio, Bárbaro, Serlio... abiertas al exterior, dejando ver perspectivas, paisajes donde los personajes están ataviados con atuendos de la época, acercando así la historia representada al espectador del XVI, hasta el punto de hacer partícipes a los donantes es decir al cliente que encargó la obra en el asunto pintado; ello le ocasionó algún problemilla con el Santo oficio debido a los postulados del recién celebrado Concilio de Trento.
Asistimos a una puesta en escena de una ciudad opulenta donde todo habla de riqueza, de lujo en el primor de las vestimentas, la delicadeza de las vajillas, la presencia de otras razas que cuentan de la importancia de Venecia como un foco comercial, cultural y abierta al mundo.
Precisamente el tema de las cenas se presta al lucimiento de todos los sentidos sin olvidar la importancia de la luz, de esos cielos rotundos que hacen destacar las escenas sean religiosas o alegóricas. En este sentido los azules empleados mezclados con aglutinantes como aceites, barnices...han oscurecido con el tiempo sin duda su artífice nunca pensó a buen seguro en ello.
Qué podríamos comentar sobre la cantidad de piezas modernas de algún museo que esperan ser restauradas, la diferencia es que hablamos en el primer caso de pinturas del siglo XVI y en el segundo caso del XX.
Bromas aparte además de los temas citados Veronese también cultivó la pintura al fresco y los retratos con mucho éxito.
La exposición del Museo del Prado cierra el ciclo dedicado a la pintura veneciana en la cual, las obras expuestas dialogan con las de otros pintores como el ya citado Tiziano, Rafael, el Greco entre otros, todas en el mismo museo, donde compruebas ese aire de familia de la estética renacentista.
No hay que olvidar que la colección real es la piedra angular de dicha pinacoteca, la cual partió de Carlos V admirador de Tiziano, tanto es así que se conservan más obras en Madrid que en Venecia; el emperador decía : "Tengo muchos cortesanos, pero Tiziano solo uno".
La colección continuó con Felipe II hasta la desaparición de la casa de Austria prosiguiendo con la de Borbón y posteriormente enriquecida con compras y donaciones hasta nuestros días. Como dato curioso les diré que el mismísimo Velázquez viajó a Italia en dos ocasiones enviado por el rey Felipe IV para comprar obras de arte, en uno de esos viajes adquirió El lavatorio de Tintoretto que se encuentra en la exposición.
Como digo es una muestra magnífica, con una cuidada selección de piezas aunque personalmente he echado en falta Las bodas de Caná del Louvre que no ha viajado a la capital de España, además hay que resaltar el carácter pedagógico muy acertado por otra parte para comprender el trabajo del artista.
Fue un pintor conocido y reconocido en su época que trabajó con su taller, su impronta la continuó parte de su familia, sus huellas las encuentras en Rubens claramente sin restarle importancia hasta Delacroix o Cezanne,
Inolvidable e insaciable porque he estado varias veces y sinceramente me parecen pocas puesto que siento que solo la he saboreado; por si fuera de su interés la muestra permanecerá abierta hasta finales de septiembre de este año.
GREGORIO GIGORRO
Paseo por el puerto"
Óleo sobre lienzo
89 x 116 cm
Firmado y fechado en 1997
En Aranjuez el 7 de septiembre 2025