domingo, 13 de septiembre de 2020

La Pulcra Leonina

El interior sobrecoge, eleva el espíritu, sonríe al alma reconfortada con una luz filtrada, repleta de colores y figuras a través de los vitrales, un montón de metros de estos visten a la catedral; si además suena el órgano te sientes divinamente.

Tanto el exterior como el interior del conjunto es armonioso, soberbio y único, pues fuera nada entorpece su visión, en el interior sientes la estructura racional del más puro gótico en su periodo clásico, aunque la entrada en arco de triunfo del siglo XVI al coro bien podría haberse trasladado a los pies del altar o a otro lugar pues se rompe la perspectiva lineal también llevada a cabo en el templo que nos ocupa; la situación del coro en la nave central es frecuente en las catedrales españolas, no en todas.

Ya en la calle disfrutas del conjunto del edificio en su totalidad gracias a la plaza de la portada principal a otra situada al sur y a una tercera desde donde el ábside y todos los arbotantes, botareles y las airosas torres completan la visión del conjunto, una fiesta para los sentidos y para los sentimientos.

Cuesta trabajo creer en estos tiempos que una población de unos 5000 habitantes fuera capaz de erigir tamaño monumento en apenas 50 años, conllevando por la poca duración la unidad de estilo que representa, habiendo sustituido al edificio románico existente.

Y es que, si todos remásemos en una misma dirección, con una sola idea común y un entusiasmo fuera de serie, se podrían dejar para la posteridad obras grandes, duraderas; como ejemplo más logrado de la Jerusalén celestial en la tierra: La catedral de León, sin ir más lejos. 



Vidriera de la catedral


                                                        Vidriera de la catedral



En Aranjuez a 13 de septiembre  de 2020