Clep para los amigos en realidad se llamaba Clepsidra, Guillermina, Victoria de los Ángeles, Olvido Perpetuo, Adoración de los Santos Reyes y ocho nombres mas que no puedo recordar; vivía alejada de su esposo, el Príncipe Constante, éste por motivos de salud no podía volver al lado de su amada princesa pues había enfermado de unas fiebres desconocidas en el lejano país adonde había ido a guerrear, ella se encontraba enclaustrada por otra enfermedad altamente contagiosa; los dos en definitiva eran prisioneros de su destino en jaulas de oro. Les decían que eran soberanos, pero realmente los que disponían de todo el reino eran sus ministros; gentes tristes, cortas de miras, su sola obsesión era medrar mas y mas y vivir de espaldas a la vida de su pueblo que a la sazón estaba mas y mas descontento.
Echaban en falta a sus altezas reales y a sus hijos pero se hallaban separados por un mar de enredos, intrigas y todo tipo de desmanes llevados a cabo por los susodichos parásitos.
Constante sabía de todo esto por Orejón, su hombre de confianza quien le había criado y educado desde niño, sus mensajes recibidos por sus fieles palomas mensajeras hervían la sangre de nuestro príncipe; alertado de la conspiración que se tramaba por su hado padrino, éste le urgió para que volviese y refrendase lo que el máximo consejo ya había decidido en su ausencia, el príncipe curado de la gran enfermedad padecida superó miedos y mil peligros y como una bala regresó a la corte.
Se había organizado para tan señalada ocasión una gran cena de bienvenida preparada hasta el último detalle por Orejón, a la que asistirían el gobierno en pleno, todo era increíblemente apetitoso, exquisito, una tentación para los sentidos, comieron como cerdos sin mesura, el príncipe no probó bocado debido a la dieta para no recaer otra vez en la rara enfermedad, ellos devoraron todos los suculentos manjares, tanto, tanto, que reventaron, muriendo a causa del atracón.
Al otro día el sol resplandeció en lo alto del cielo, la pareja real brilló ante su pueblo maltrecho quien no cesaba de aclamarles como unos salvadores, poco a poco empezaron a dormir mas tranquilos, por fin después de tanta tormenta llegó la calma; podría contar mas pero entonces sería el cuento de nunca acabar.
GREGORIO GIGORRO "Lola y las Flores" Acrílico sobre papel Medidas 40,5 X 50 cm Firmado y fechado en 2020 En Aranjuez a 5 de mayo de 2020 |