Fue el mejor regalo en su décimo cumpleaños, verla con la jaula por la calle bajo el sol, era impagable.
Le puso por nombre Federico Chopin, dicho apelativo le hacía justicia; compartía pared que no jaula con otro canario amarillo, él era verderón, de apariencia más discreta pero cantaba como ninguno, arropados por el rojo reventón de los geranios.
No cesaban de proporcionar incansablemente la compañía que sólo los animales saben dar a las personas que lo necesitan.
Mi mujer se acordababa de aquel que tuvo siendo pequeña y no dudó en regalárselo a Isabel pensando que así alimentaría buenos recuerdos; yo siempre les saludaba, alertándoles a guardar silencio pues era pronto para festejar la mañana, aún dormían las chicas de la casa. Federico después de pasar poco más de dos años con nosotros ha parado de cantar, ha volado sin alas para siempre, sin despedirse. Ayer, estaba bien, hoy simplemente ya no está, ha dejado de existir para formar parte de nuestra memoria como tantos otros seres que desaparecen de nuestras vidas, dejando una huella imborrable.
Nos queda la ausencia, la nada, para abrir paso a otras vivencias, a otros recuerdos. Formamos parte de la vida estando vivos, pero no somos la vida, que indiferente sigue su curso sin nosotros. El otro día mi hija no me dió un beso de despedida, le dije: "No lo vuelvas a hacer, lo necesito para caminar".
Vivir es un camino sin vuelta, no lo olvidemos nunca, por eso hay que gozar de cada día como si fuese el último. En ese camino necesitarás hacer acopio de los buenos ratos con mamá, de los baños de sol, de los trinos de tus pajaritos, de las caricias del gato, de tus juegos, de tus risas..., porque habrá muchas piedras; a veces se te hará cuesta arriba, por eso en tu equipaje, tendrás que llevar lo mejor.
Ante las malas hierbas que puedas encontrar, no pierdas ni un segundo y sigue andando firmemente por tu camino.
GREGORIO GIGORRO "La pareja" Tinta y acrílico sobre papel de embalaje Firmado y fechado en 2.013 Medidas: 50 x 40 cm Madrid, 11 de febrero de 2.013 |