lunes, 12 de junio de 2017

¡Qué pena!


Un descuido, hizo que la colilla se convirtiera en una tea gigantesca,
en  un respiro el pinar frondoso, fue pasto de las llamas,
miles de seres vivos quedaron reducidos a cenizas.

El crujido de su pisada, 
dejó al caracol reducido a una pasta pringosa;
subió al coche, comenzó a llover, 
la luna se convirtió en una nube de goterones, dificultando la visibilidad,
pero siguió conduciendo, enseguida lució otra vez el sol, 
ahora tenía delante la carretera nítida y recta.

Por la radio daban cuenta del último atentado ocurrido, con pelos y señales.
Ah, menos mal que no ha ocurrido aquí y se quedó tan pancho.

Lo que no nos pasa, no existe,
vivimos en una burbuja, un desastre sucede a otro, aún más gordo,
sin poner coto a tanta barbarie;
miramos con demasiada frecuencia nuestro dedo, en lugar de ver las estrellas.
Así nos va, de pena, penita, pena.


GREGORIO GIGORRO
"El gato y el caracol"
Abanico, 2017
En Aranjuez, a 12 de junio de 2017