sábado, 18 de febrero de 2012

El Circo

 
  Como decía aquel:

 



El peso del mundo es amor. A pesar del peso de toneladas de odio y rencor, a pesar de la feroz conspiración que se libra contra la vida, yo siento que el peso del mundo es amor con mayúscula, sin limitarse a una persona o una cosa, sino que inunda hasta rebosar los más variados aspectos y niveles de la vida del ser humano.

 

Yo nací en un país en el que de la muerte se hizo una fiesta plagada de un ritual hermoso, donde sigue oliendo a arena recién regada, a humo de puros y a sangre de animal sacrificado.

 

Yo nací en un país donde los cielos se cuajan de estrellas cada noche de verano, donde el sol cae de plano como el plomo y su color y calor te ciegan al igual que lo hacen los verdes campos en primavera y más tarde los amarillos y anaranjados en el estío.

 

Yo nací en un país donde cualquier ciudad es un espejo viviente de la memoria hecha piedra después de tantos siglos pasados.

 

Yo me siento romano, árabe, judío y cristiano a la vez, he cargado con un pesado fardo, lleno de melodías barrocas, de arabescos, de fuentes que susurran, de colores velazqueños y de formas góticas, de la exuberancia de Picasso, de la locura por el color de Matisse, de películas de Almodóvar, y sobre todo de los recuerdos de mi infancia, que en mi caso no lo son de un patio de Sevilla, de un huerto claro....

 

Pero después de todo esto, sé que no hay otro tiempo que el que vives, ni otro día que el presente.

 

Desearía hacer de mi vida un cuento o una vida de cuento y ofrecérsela a mis semejantes, en forma de abanico, de mural, de bandeja, porque nada sería más gratificante para mí, que los habitantes de cualquier parte del mundo al tomar el metro se toparan con un mural, o subieran a un autobús cubierto por un anuncio divertido, se limpiaran con una toalla, se pusieran una camiseta o se tomaran un café delante de un cuadro, todo ello salido de mi mano.

 

Una amiga mía me decía: me gusta sentarme aquí, porque este cuadro me da paz, me relaja, "se llama la siesta".

 

Henry Matisse decía que los cuadros o las obras de arte tenían una especie de poder curativo y otro francés que el arte es lo que colma la vida humana.

 

Yo suscribo todo esto y siento que, si una persona tiene un sueño, debe perseguirlo, porque nunca se debe dejar de soñar y hacer soñar a los demás.

 




"EL CIRCO". 2.012