Como decía aquel:
El peso del mundo es amor. A pesar
del peso de toneladas de odio y rencor, a pesar de la feroz conspiración que se
libra contra la vida, yo siento que el peso del mundo es amor con mayúscula,
sin limitarse a una persona o una cosa, sino que inunda hasta rebosar los más
variados aspectos y niveles de la vida del ser humano.
Yo nací en un país en el que de la
muerte se hizo una fiesta plagada de un ritual hermoso, donde sigue oliendo a
arena recién regada, a humo de puros y a sangre de animal sacrificado.
Yo nací en un país donde los cielos
se cuajan de estrellas cada noche de verano, donde el sol cae de plano como el
plomo y su color y calor te ciegan al igual que lo hacen los verdes campos en
primavera y más tarde los amarillos y anaranjados en el estío.
Yo nací en un país donde cualquier
ciudad es un espejo viviente de la memoria hecha piedra después de tantos
siglos pasados.
Yo me siento romano, árabe, judío y
cristiano a la vez, he cargado con un pesado fardo, lleno de melodías barrocas,
de arabescos, de fuentes que susurran, de colores velazqueños y de formas
góticas, de la exuberancia de Picasso, de la locura por el color de Matisse, de
películas de Almodóvar, y sobre todo de los recuerdos de mi infancia, que en mi
caso no lo son de un patio de Sevilla, de un huerto claro....
Pero después de todo esto, sé que
no hay otro tiempo que el que vives, ni otro día que el presente.
Desearía hacer de mi vida un cuento
o una vida de cuento y ofrecérsela a mis semejantes, en forma de abanico,
de mural, de bandeja, porque nada sería más gratificante para mí, que
los habitantes de cualquier parte del mundo al tomar el metro se toparan
con un mural, o subieran a un autobús cubierto por un anuncio divertido, se
limpiaran con una toalla, se pusieran una camiseta o se tomaran un café delante
de un cuadro, todo ello salido de mi mano.
Una amiga mía me decía: me gusta
sentarme aquí, porque este cuadro me da paz, me relaja, "se llama la
siesta".
Henry Matisse decía que los cuadros
o las obras de arte tenían una especie de poder curativo y otro francés que el
arte es lo que colma la vida humana.
Yo suscribo todo esto y siento que,
si una persona tiene un sueño, debe perseguirlo, porque nunca se debe dejar de
soñar y hacer soñar a los demás.
"EL CIRCO". 2.012 |