Me da urticaria saber que hay personas que compran flores a otras cuando no las podrán oler jamás, las hay que las prefieren de plástico porque duran siempre y no dan bichos, dicen. Algunas en lugar de resaltar el perfume de una rosa por poner un ejemplo, hablan solamente de sus espinas; demasiadas las adquieren días señalados, obedientes a los dictámenes sociales imperantes. Al contrario pienso que sobran las ocasiones para festejar la vida porque una sola gota de rocío sobre la hierba nos habla de su fuerza. ¿De qué nos podría hablar una multitud, multicolor, de flores de las más variadas especies?
Un ramo de rosas de color rosa recién cortado, con sus cientos de pétalos apretujados al borde del jarrón, destila su perfume denso, impregnando todo a su alrededor. Esto me hace pensar en las abejas, las mariposas y otros animalillos que atraídos por su olor caen en las redes de su seductora fragancia aspirando todo lo mejor de la planta, lo mismo percibimos nosotros en ese instante pero no de la misma manera; demasiadas veces nos quedamos con lo espinoso de los hechos acaedidos en vez de guardar lo dorado de éstos, como oro en paño, aún después de haberse marchitado.
GREGORIO GIGORRO "La alegría de vivir" Acrílico sobre papel Firmado y fechado en 1.998 Medidas: 50 x 71 cm Aranjuez, 5 de junio de 2.012 |