domingo, 6 de mayo de 2018

Talavera de la Reina



Es sorprendente por muchas razones, cautiva envolviéndote el umbroso parque que precede a la Basílica de Santa María del Prado, salpicado de detalles cerámicos deliciosos diseminados por el jardín en forma de pedestales, coronados por jarrones, de fuentes, de bancos donde descansar, decorados por azulejos preciosos, desde donde ves pasar la vida a la sombra.

Sorprende por la Iglesia del Salvador, joya del mudejar, o las de Santiago el viejo, el nuevo, La Colegiata o las soberbias torres albarranas que forman parte de la muralla, de base romana y alzado árabe.

Como también por el anchuroso Tajo, rodeado de prieta vegetación, atravesado por puentes como el viejo también de base romana con sus arcos de medio punto y de ladrillo, de trazado sinuoso, justo enfrente de dicho puente se alza una mole que descolla al lado de La Colegiata; se trata de la Iglesia de Santa Catalina más conocida como el asilo de San Prudencio, pues  funcionó como hogar de niños necesitados tras la compra del templo por la familia Aguirre-La Calle.

Aunque hay que remontarse a finales del siglo XIV cuando el arzobispo de Toledo, Pedro Tenorio, oriundo de Talavera, vio la necesidad de meter en cintura a los canónigos y al prior de la vecina Colegiata, debido a su vida disoluta, éstos no aceptaron la clausura y el convento auspiciado por el arzobispo se pobló de jerónimos.

Tras muchas vicisitudes, a lo largo del tiempo, lo que hoy  conocemos y que se acaba de restaurar es fruto fundamentalmente de Juan de Herrera quien a la sazón se encontraba construyendo otro monasterio jerónimo, el de El Escorial.

El trabajo que llevó a cabo es majestuoso, elegante, rotundo; el desarrollo vertical de la nave, sus pilastras colosales, la ausencia casi de decoración, la iluminación de las ventanas termales en la parte superior, dan una sensación de elevación  y paz, nada te distrae para la contemplación, Renacimiento con mayúsculas.

El crucero está coronado por una cúpula sobre pechinas que hace más airoso el conjunto aunque sea posterior, la cabecera tanto al exterior como al interior es semicircular y en este sentido el altar ya es diocechesco; en la parte superior se hayan colocados dos ángeles enormes adorando, rompe la sobriedad del conjunto o quizá le da simplemente el contrapunto para resultar armonioso, sin olvidar la potente escalera volada también renacentista que sube hasta el coro para disfrutar de un espectáculo sobrecogedor.

Vayas por donde vayas en este país, hay mucha tela que cortar, sin ir más lejos y en Talavera hay muchas más  cosas que ver además de su cerámica conocida mundialmente desde tiempos lejanos  y que aun en nuestros días goza de una vitalidad sorprendente.

GREGORIO GIGORRO
Fuente elaborada por el Centro Cerámico de Talavera,
Pintada a mano
Medidas: 41 X 32 cm
Prueba de artista. 2018