El guardián le abrió la cancela,
ante sí se desplegaron los trinos de los pájaros,
los árboles, las plantas relucientes, el murmullo de la cascada,
los jarrones desnudos;
del suelo subía la humedad de la noche,
la umbría de tanto verdor,
dejaba ver de trecho en trecho el azul del cielo,
el jardín estaba iluminado por una luz amarillenta
que iría subiendo de tono a medida que avanzara la mañana,
algo verdaderamente irreal,
la calma, la hermosura arropadas por el silencio,
reinaban en aquel lugar.
Existen jardines abiertos para cualquiera que los desee disfrutar,
pero aquel que se cuida con esmero
con mimo, con verdadera pasión
no está a disposición del público
porque tu jardín es un verdadero secreto
por ello la llave no se da, no se presta,
podría ensuciarse incluso malograrse
y eso es un lujo que el dueño no puede permitirse.
Fotografía Gregorio Gigorro En Aranjuez a 12 de agosto de 2024 |