lunes, 25 de septiembre de 2017
El Salvador
La tarde seguía tendida al sol,
el aire estaba impregnado de incienso,
el templo abarrotado de gente,
siguiendo la liturgia en latín,
la prestancia de los capiteles,
los airosos arcos de herradura,
las tallas barrocas,
el retablo de Monegro,
todo era solemne.
La música del órgano cesaba,
para dar paso a la del violín,
las voces de ellos paraban,
para continuar con la de ella,
creando un diálogo sobrecogedor,
sublime.
Absolutamente todo te elevaba,
liviano, fuera del mundo,
una fiesta de los sentidos y del espíritu,
bajo el inmenso ojo de Dios.
Era el día de San Pío de Pietrelcina
en Toledo.
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