Desde
la ventanilla todo era oscuro sin embargo ya se apreciaban las luces, las
carreteras, las poblaciones diminutas como si de un belén se tratase. Vio que
las luces del ala derecha se encendían para el aterrizaje, pero curiosamente
observó que el aparato se inclinaba hacía arriba, después se empezó a mover a
ambos lados percibiendo los ojos de la gente sin moverse y sin tener ninguna
novedad de la tripulación.
Bruscamente descendió en picado, empezaron
los gritos, la angustia. Cuando estás en una noria o una montaña rusa de
cualquier feria, todo está planificado, si te sobrecoge la bajada sabes que en
segundos todo habrá acabado.
En un avión zarandeado por una fuerte
tormenta y en la inmensidad del firmamento no es así, entonces el miedo se
apodera de todo bicho viviente. Los tres se agarraron de las manos, que más
tarde colocaron sobre los asientos delanteros como si fuesen a frenar el
funesto impacto; el pánico cundió a su alrededor, curiosamente ellos
resistieron de manera estoica, porque sabían que estaban encerrados dadas las
circunstancias, y no servían para nada el más fuerte de los tranquilizantes; se
pusieron a rezar buscando quizá una esperanza, aferrarse a un asidero.
El hecho es que el incidente les hizo pensar,
incluso a calibrar en instantes como quedarían los seres queridos de los que no
se habían despedido, en su situación después de su desaparición, en sus
anhelos, sus sueños por conseguir convertidos en ceniza y amasijos enormes de
chatarra.
Nos damos una importancia que no tenemos,
posponemos demasiadas cosas, hablamos de futuro, organizamos todo tipo de
actividades y nos olvidamos de lo principal: "La vida y la muerte está
bordada en la boca", como decía aquella canción; podemos escamotear la
vida haciendo como que vivimos, a la muerte no, es una cita ineludible, puede
llegar cuando menos te lo esperes y te vas con lo puesto.
Por fin el comandante anunció el inminente
aterrizaje, la luz se volvió a encender y las ruedas dispuestas para la
operación; conteniendo la respiración con un silencio reprimido y denso el
avión fue descendiendo, en pocos minutos se deslizaba por la pista mojada del
aeropuerto, debido a la fuerte tormenta acaecida.
Los pasajeros prorrumpieron en un
clamoroso aplauso al que siguieron risas, voces de alegría, habían vuelto a
nacer después de pasar un verdadero susto de muerte.
¿Quién iba a pensar que aquel viaje de
placer podría haber sido el último?, el hombre cree que la técnica todo lo controla,
pero por lo visto no es así, quizá hay otros elementos que cuentan y no los
consideramos.
Estoy sentado entre el sol y la sombra,
veo una hormiga llevando una brizna de pan, el viento tibio me acaricia,
escucho el zureo de las palomas, los trinos de los jilgueros sobre los árboles,
también el cielo azul sin una nube, de vez en cuando surcado por un avión;
siento el silencio y la calma que proporciona este lugar en este preciso
instante, después vendrán otros, espero.