lunes, 18 de mayo de 2020

Magdalena



Era una niña pizpireta, risueña y un poco mimadase había criado en el pueblo al cuidado de sus abuelos en una casa vieja, grande y de piedra, con un montón de habitaciones y muchos trastos donde poder esconderse e inventar mil historias, imaginación no le faltaba.

Además del caserón había un jardín florido sobre todo en primavera y una huerta enorme, donde los pepinos, tomates, acelgas y  lechugas se mezclaban con los perales, manzanos, nísperos y demás frutales.

En las noches de verano cuando se sentaban al fresco los abuelos le contaban historias, con el run run de los grillos y el cielo cuajado de estrellas, rodeando a la luna resplandeciente en lo alto hasta que se quedaba completamente dormida; entonces su alma vagaba con esas alas sin iguales, sin cortapisas, libre como el viento.

Una noche soñó que se marchaba a la luna a sembrar sandias, ni más ni menos,
probablemente había visto plantarlas a su abuelo; pensó que si en la tierra las comían por qué no allá arriba habría otros seres hambrientos y sedientos pero diferentes a nosotros, seguro que le gustarán las de mi abuelo porque son las mejores.

Lena, -hija, venga que ya es hora de irse a la cama, le decía su abuelito, -mañana más; y al otro día seguiría encontrando un tesoro en el pajar, un saltamontes sobre una manzana, descubrir una rosa que ayer no se había abierto o cualquier cosa, todo era una sorpresa.

A esa edad, las mesas pican, los cuadros hablan, tu padre es el más fuerte, tu madre la más guapa,
te sientes seguro, ¿qué más puedes pedir?


GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Isabel con cinco años"
Pastel sobre papel canson
Firmado y fechado en 2005
Medidas: 32,5 x 23 cm



En Aranjuez a 18 de mayo de  2020