Una pareja de jóvenes no se sueltan de la mano, pasean ilusionados, sin dejar de mirar al mismo punto.
Sorteando socavones, esquivando tempestades, disfrutando también las alegrías y saboreando el amor.
Llegan los niños, ahora las miradas de ambos confluyen en los pequeños y sus cuidados. El colegio, las reuniones con los profesores, la piscina, los partidos de fútbol; más tarde la universidad además de sus respectivos trabajos llenan su tiempo.
La casa se ha quedado sola, con ellos dos, se compran un perro juguetón y risueño.
La misma pareja, cuarenta años después sigue cogida de la mano, la mirada de ella está en otro punto distinto a la de él, continuan paseando.
Algo han perdido por el camino aunque siguen juntos o al menos se acompañan, eso si, vestidos de ternura, el uno hacía el otro.
GREGORIO GIGORRO Abanico 2015 En Aranjuez a 13 de septiembre de 2015 |