domingo, 28 de noviembre de 2021

A oscuras

 

Mamá, no veo la hora en el reloj de la torre.

-Le dijo sorprendido,

- ¿Qué dices hijo mío? -

Le respondió sobresaltada.

Sonaron once campanadas rotundas y metálicas, la plaza se vistió de silencio aquella noche estrellada de primavera.

Daniel, a partir de aquel preciso instante no volvió a ver nada de nada, como antes. Él, que había sido el faro de sus padres y su hermana se convirtió de sopetón en un ciego más, en aquella familia en la que había nacido, a oscuras.

Sin embargo, sí había conocido los colores, no tenía que imaginarlos como ellos, tampoco la anchura de las calles, las empinadas cuestas, los pasos de cebra, la colocación de los cubiertos en la mesa, la botonadura de una prenda o la cerradura de una puerta; escribir con soltura, atarse los zapatos, subir y bajar escaleras sin temor a tropezarse; un sinfín de quehaceres diarios por citar algunos.

Ahora todo se hacía añicos, un verdadero drama, un porrazo que hizo noche negra sin luna, toda la riqueza de la vida se convirtió en inmensidad oscura, casi todo se había evaporado para él, excepto el recuerdo, la memoria; guardaría el rojo de una rosa, los reflejos de un puente sobre el agua, los arreboles del atardecer, el cielo cuajado de estrellas...; lo sustituiría por el olfato, el gusto, el tacto, la intuición desarrollándolos al máximo, con la ayuda de los suyos tan familiarizados con los anteriores sentidos que sin duda otorgan otra dimensión a la existencia.

De nada sirvió el rosario de médicos a los que visitaron para remediar la situación del chico; lo realmente bueno es que la familia salió fortalecida en esta andadura a tientas.

Ellos, como tantos otros seres son invidentes, pero no ciegos, ven, perciben de otro modo.

Es mejor o peor no ver lo que tienes delante o que tu propia ceguera alimentada por la ignorancia, la soberbia, las miras cortas o cualquier otro defecto que te impida ver con nitidez lo mismo que tiene enfrente aquel que carece de vista, en cualquier caso, pienso que hay distintas clases de ceguera.

Mira con otros ojos, los del corazón pongo por caso y quizá veas el mundo de forma distinta, que la contemplación de una hoja no entorpezca la vista de una arboleda.

¿Por qué no?

 

GREGORIO GIGORRO
Boceto para invitación de Zalamero





En Aranjuez a 28 de noviembre de 2021


domingo, 21 de noviembre de 2021

Disiento



 
-Siéntese señora-le dice tranquilamente la joven a una mujer de unos sesenta años con dos bolsas verdes y voluminosas, lustrosa para más señas, ésta le responde con sequedad-De ninguna manera, yo no me siento- La chica insiste, la otra ni por esas, que sigue sin sentirse, perdón sin sentarse o lo que sea; por mucha prisa que lleve, llegará igual que los demás viajeros de aquel autobús atiborrado de gente hasta en el pasillo.

Él asiste a la escena mirando de reojo la ventanilla por la que chorrea el agua, sin ganas de parar. El vehículo avanza lento por la carretera sinuosa, por fin la señora entrada en carnes pulsa el timbre para apearse, otros viajeros también descienden, de pronto ella siente que se ha confundido de parada y aporrea la puerta sintiéndose torpe y diciéndose para sus adentros, "Las prisas nunca fueron buenas"; vuelta a empezar, ahora sí se sienta y parece que siente alivio pues han quedado plazas libres.

Él se siente tranquilo porque sabe que el trayecto es pesado, aunque sean pocos kilómetros los que haya que recorrer, qué más da si nadie le espera, eso le tranquiliza, se adormece con el movimiento del autobús, que para en todos los pueblos que atraviesa.

La joven le dice con suavidad: -Ya hemos llegado-, él se restriega los ojos para ver mejor a la chica.

"Es curioso, se parece mucho a la del sueño", mientras se apea despacio, "Juraría que la he visto antes", en otro lugar, o en otro sueño; se abotona el abrigo porque siente frío y la humedad de la lluvia que ha cesado, ya es de noche cerrada, el firmamento está raso y repleto de estrellas.

 

GREGORIO GIGORRO
"Desde el círculo"
Bandeja melanina 



En Aranjuez a 21 de noviembre de 2021






sábado, 13 de noviembre de 2021

Concha Piquer

 Fue una oscura clavellina apoyada en el quicio de la mancebía, después conoció a un marinero del que fue madrina, para más tarde ser la otra y arrancarnos suspiros de España en tierra extraña y muchas mujeres más a lo largo de su vida; por cierto gracias a una cena con amigos en Nueva York con añoranza incluida andando el tiempo, nacería esta canción de la mano del maestro Penella.

Pero a pesar de los avatares vividos siempre fue ella, una mujer de bandera, de rompe y rasga.

Desde pequeñita mostró sus dotes artísticas; nació en 1906 en Valencia, hija de un albañil y una modista, a los 11 años se quedó huérfana de padre, sus hermanos varones también murieron pronto; su madre y sus hermanas, ella era la mayor se quedaron en la miseria más absoluta.

Un día se presentó en el teatro Sogueros, vestida de comunión porque no tenía un traje más adecuado, al escucharla la dieron trabajo, un duro la pagaban que venía de perlas en casa. El maestro Manuel Penella la vió y no se lo pensó dos veces, madre e hija se embarcaron nunca mejor dicho a hacer las américas, tenía 13 añitos; en Estados Unidos y México se estrenó El gato montés cuyo autor era dicho maestro, más tarde W.Garner la contrató por cinco años, al año de llegar habló inglés como un loro, aprendió la importancia de la disciplina y lo importante que era la profesión de artista para los americanos además de codearse con muchos de ellos que llegarían a ser célebres.

Con 17 años mostraba una desenvoltura inusual, firmaba contratos que no la ataran y no se cortaba un pelo en exigir sus emolumentos atrasados, porque sino se negaba a actuar como ocurrió en una ocasión.

Hacía 1922 realizó la primera película en Estados Unidos donde se sincronizaba el sonido y la imagen; posteriormente en España trabajaría como actriz llegando a hacer 6 películas con directores españoles como Benito Perojo, Florian Rey entre otros; si bien no se vió satisfecha nunca en este papel.

Se rodeó de artistas como Rafael de León, el maestro Quiroga, Penella y otros que realizaron composiciones para mayor gloria de la cantante, creando mujeres fatales, siendo responsables del nacimiento de la canción española, toda vez que el cuplé languidecía.

Mujer emprendedora tuvo su propia compañía, donde 30 personas trabajaban y a las que vigilaba de cerca, porque para ella el teatro era lo que le daba la vida; en Estados Unidos había aprendido muy bien la lección.

En 1929 se enamoró de Antonio Márquez, torero muy conocido, casado y después se retiraría de los ruedos para convertirse en el representante de la artista, de su relación nació su única hija, Concha que curiosamente también contraería nupcias con otro torero, Curro Romero,

En seis ocasiones viajó la compañía a América, se decía que viajas más que el baúl de la Piquer, en realidad eran 70 baúles, para ella el vestuario, la escenografía, cuadro artístico, todo era importante, de ahí su impecable cuidado, poco aficionada a las fiestas, su vida transcurría de casa al teatro y de éste a casa.

Una trayectoria frenética que se interrumpió cuando se le quebró la voz en Isla Cristina (Huelva) en 1958, permaneció tres años sin pronunciar palabra a instancias del doctor, por eso ella comentaba que no cometía ninguna falta de ortografía.

Se retiró de los escenarios y solo volvió a cantar en los años 60 en dos ocasiones para presentar a su hija como cantante en Madrid y Valencia.

Su marido estuvo junto a ella hasta su muerte en 1988 y Concha tardó dos años en reunirse con él, Concha Piquer fue una mujer que se hizo a si misma contra viento y marea, si volviese a nacer haría todo lo que he hecho exactamente, decía la artista durante una entrevista.

Pues ahí queda eso.


GREGORIO GIGORRO
"Canta y no llores"
Boceto, bolígrafo y lápiz.
2001


En Aranjuez a 13 de noviembre de 2021


sábado, 6 de noviembre de 2021

Monasterio de San Francisco

Se trata de un lugar donde reina el silencio, la calma campea a sus anchas y el alma encuentra sosiego. Allí llegaron a media tarde, habiendo recorrido una carretera bordeada de naranjos, justo para darse un baño en la piscina, solos los dos, bueno casi porque un perrillo juguetón salió a su encuentro.

Donde el trato es discreto a la vez que cercano, donde todo conspira para encontrar el descanso y quizá para asuntos más elevados.

Hablamos del monasterio de San Francisco en Palma del Río (Córdoba), fundado en 1492 por el VII Señor de dicho pueblo, transformado en hospedería; de arquitectura sobria pero de elegante equilibrio, carente de adornos como lo atestiguan sus tres claustros y demás dependencias, modesto pero confortable, se trata de celdas convertidas en habitaciones; sus muros blancos alternan con el color almagra para marcar el contraste, de huerto rico y frondoso, solados de tierra cocida, muebles sencillos; todo conforme al espíritu de San Francisco, no es un monasterio cualquiera pues desde allí partieron Fray Junípero Serra y sus hermanos en la fe hasta la lejana California, llevando naranjas y de allí trajeron melones y sandias y por supuesto comenzando la evangelización, la fundación de los Ángeles, San Francisco y otras ciudades en la actual Estados Unidos.

Por allí pasaron los Reyes Católicos, el Gran Capitán, Cervantes, Colón y demás personajes ilustres de nuestra historia; las cadenas que adornan un recodo del jardín atestiguan la visita regia donde por cierto es muy agradable tomar el fresco bajo la hermosa buganvilla o tomar un café por la mañana. El refectorio ocupado por el restaurante tampoco hay que pasarlo de largo ni por su sobrio empaque ni tampoco por su rica comida donde se puede degustar platos como el bacalao con naranja y un rico dulce de café entre otros muchos, sin olvidar la atención esmerada.

Todo lo que disfrutamos se lo debemos al tesón de su propietario que lo encontró abandonado, esto es una consecuencia de la desamortización en el siglo XIX y que gracias a una restauración respetuosa ha recobrado el alma para el que fue creado, una joya más en el camino, que prosiguieron después de unos días de descanso, continuando por carreteras sembradas de naranjos a ambos lados, de pueblos blancos con torres esbeltas bajo un sol amable, hasta llegar al mar, la mar...

  


Convento de San Francisco






En Aranjuez a 6 de noviembre de 2021


domingo, 31 de octubre de 2021

Écija

 

Las palmeras se recortan relucientes sobre el azul a un paso de la esbelta torre de Santa María mientras ellos tomaban un café con churros sentados al sol; bajo sus pies reposaban restos dejados al descubierto pues en el año 2002 toda la Plaza de España se levantó para hacer un aparcamiento público, dejando a la luz un estanque detrás de un templo romano además de diversas esculturas entre las que destacaba la amazona herida, siglo II d.c. de la que se conservan tres ejemplares más, custodiadas en prestigiosos museos europeos.

La antigua Astigi romana fue una floreciente ciudad en el siglo I a.c. desde donde se exportaba el aceite hasta Roma, a través del Genil navegable a la sazón, aunque ya en época tartésica, siglo VIII a.c. fue un enclave importante.

Un paseo por esta ciudad sevillana es una verdadera delicia, con un trazado sinuoso, por sus calles blancas, de fachadas sencillas, ensalzadas por las portadas de sus numerosos palacios; el de Benameji pongo por caso sede del museo arqueológico donde se guardan además de la escultura antes mencionada una colección reseñable de mosaicos romanos, o el de Peñaflor con su fachada cóncava de 59 metros de longitud, repleta toda de un trampantojo a base de angelotes, guirnaldas enmarcando arquitecturas fingidas, se completa con un ingreso elegante y rotundo. Desde su mirador se divisa el palacio de Valdehermoso todavía habitado por sus propietarios, las torres de San Juan, San Gil, Santa Ana así hasta 11, todas ellas barrocas, en las que se combina el blanco con el rojo y con los remates cerámicos en su arquitectura.

Después del paseo hace falta tomarse un tentempié a base de lomo de orza, ensaladilla o salmorejo con una cervecita en un bar del lugar habiendo visto poco antes la iglesia de los Descalzos, un verdadero delirio de decoración barroca, sin olvidar el palacio de justicia, una sutileza nazarí de principios del siglo XX, recorrido por un zócalo cerámico admirable, a tiro de piedra del monumento anterior.

La tarde hace acto de presencia, se alargan las sombras, siguen caminado sin rumbo fijo a lo largo de las calles guiados por las torres gráciles, tras de sí dejan el palacio de Palma, de sopetón se topan con los muros maltrechos de la iglesia de Santa Cruz muy perjudicada por el terremoto de Lisboa, acaecido en el siglo XVIII; la inconclusa catedral da fe de ello en el interior, de trazas bramantescas y decoración clasicista.

Frente a ellos el silencio se convierte en algarabía de pájaros revoloteando entre el fucsia exuberante de la buganvilla que ocupa parte de una hermosa fachada, mientras a los pies un gato expectante por si cae alguna presa.

Regresan despacio atravesando la plaza de San Gil ocupada en gran parte por el templo del mismo nombre, dejando a un lado excavaciones en el Alcázar donde se han encontrado restos de casas de época romana. Hasta llegar al paseo de San Pablo flanqueado de palmeras a la vera del río; a esas horas el sol perezoso va despidiéndose de este lugar inolvidable que ha dejado una huella imborrable en ellos, como no podía ser de otra manera; porque Écija es para quitarse el sombrero.



    Mirador del palacio de Peñaflor
Ecija


En Aranjuez a 31 de octubre de 2021








domingo, 24 de octubre de 2021

Palacio de Portocarrero

No es difícil imaginarse a los caballeros descendiendo de sus corceles en el patio del apeadero, con airosa arquería después de haber atravesado la elegante y sobria entrada abierta a la calle por uno de sus lados, tampoco desenvolverse bajo los techos soberbios de los salones o por el patio renaciente engalanado para las celebraciones, como la que tuvo lugar aquí cuando se casó el Gran capitán, don Fernando Fernández de Córdoba, ni mucho menos recorrer los jardines repletos de palmeras, de naranjos, de múltiples variedades florales; con las torres de la muralla almohade vigilándonos, con el susurro de los surtidores de las fuentes o la fragancia de las rosas.

Sin embargo es imposible que todo lo relatado pueda ser captado por una fotografía por muy sugerente que esta sea, para disfrutar de este lugar donde nos encontramos se requiere aspirar los olores, acariciar las plantas, pasear sin prisa porque el palacio alcázar de Portocarrero es una fiesta para los sentidos por una parte y por otra es una fortaleza almohade a la vez que un palacio renacentista con algún que otro hallazgo romano, y claro no es de extrañar que haya servido de escenario para películas como El reino de los cielos del estadounidense  Ridley Scott entre otros; como también es jardín y huerto a la vez sin olvidar que justo en este punto geográfico nació Palma del Río a la vera de este monumento que cuando llega la primavera y florece el azahar por doquier, como dicen por aquellas tierras te quita el sentio.

Todo esto lo podemos disfrutar gracias al tesón y al ahínco de sus propietarios que, habiéndolo hallado en una situación de abandono, gracias a su empeño nosotros ahora podemos admirarlo sin obviar otros monumentos de la localidad cordobesa, como son la esbelta torre e iglesia de La Asunción, los conventos de Santa Clara, San Sebastián y el monasterio de San Francisco.

Una visita inolvidable que en una provincia rica en patrimonio como es la que nos ocupa podría pasar desapercibida, por todo ello considero que hay que dejarse llevar sin prisa por las carreteras de nuestro país, pues no duden que una hermosa sorpresa puede aguardarnos cuando menos lo esperemos.

 

Palacio de Portocarrero
Palma del Río - España


En Aranjuez a 24 de octubre de 2021





sábado, 28 de agosto de 2021

Un susto de muerte


Desde la ventanilla todo era oscuro sin embargo ya se apreciaban las luces, las carreteras, las poblaciones diminutas como si de un belén se tratase. Vio que las luces del ala derecha se encendían para el aterrizaje, pero curiosamente observó que el aparato se inclinaba hacía arriba, después se empezó a mover a ambos lados percibiendo los ojos de la gente sin moverse y sin tener ninguna novedad de la tripulación.

Bruscamente descendió en picado, empezaron los gritos, la angustia. Cuando estás en una noria o una montaña rusa de cualquier feria, todo está planificado, si te sobrecoge la bajada sabes que en segundos todo habrá acabado.

En un avión zarandeado por una fuerte tormenta y en la inmensidad del firmamento no es así, entonces el miedo se apodera de todo bicho viviente. Los tres se agarraron de las manos, que más tarde colocaron sobre los asientos delanteros como si fuesen a frenar el funesto impacto; el pánico cundió a su alrededor, curiosamente ellos resistieron de manera estoica, porque sabían que estaban encerrados dadas las circunstancias, y no servían para nada el más fuerte de los tranquilizantes; se pusieron a rezar buscando quizá una esperanza, aferrarse a un asidero. 

El hecho es que el incidente les hizo pensar, incluso a calibrar en instantes como quedarían los seres queridos de los que no se habían despedido, en su situación después de su desaparición, en sus anhelos, sus sueños por conseguir convertidos en ceniza y amasijos enormes de chatarra.

Nos damos una importancia que no tenemos, posponemos demasiadas cosas, hablamos de futuro, organizamos todo tipo de actividades y nos olvidamos de lo principal: "La vida y la muerte está bordada en la boca", como decía aquella canción; podemos escamotear la vida haciendo como que vivimos, a la muerte no, es una cita ineludible, puede llegar cuando menos te lo esperes y te vas con lo puesto.

Por fin el comandante anunció el inminente aterrizaje, la luz se volvió a encender y las ruedas dispuestas para la operación; conteniendo la respiración con un silencio reprimido y denso el avión fue descendiendo, en pocos minutos se deslizaba por la pista mojada del aeropuerto, debido a la fuerte tormenta acaecida.

Los pasajeros prorrumpieron en un clamoroso aplauso al que siguieron risas, voces de alegría, habían vuelto a nacer después de pasar un verdadero susto de muerte.

¿Quién iba a pensar que aquel viaje de placer podría haber sido el último?, el hombre cree que la técnica todo lo controla, pero por lo visto no es así, quizá hay otros elementos que cuentan y no los consideramos.

Estoy sentado entre el sol y la sombra, veo una hormiga llevando una brizna de pan, el viento tibio me acaricia, escucho el zureo de las palomas, los trinos de los jilgueros sobre los árboles, también el cielo azul sin una nube, de vez en cuando surcado por un avión; siento el silencio y la calma que proporciona este lugar en este preciso instante, después vendrán otros, espero.

 



La ciudad eterna
Agosto 2021



En Aranjuez a 28 de agosto de 2021