Seguían guardando en su interior ese nerviosismo de antaño, cuando esperaban a abrir algún regalo inesperado; por eso esperaron pacientemente la fila de acceso a la muestra, bajo la monumental fachada del palacio de Cibeles, en una risueña mañana, de un frio domingo de enero. Una vez dentro, empezaron a saborear con parsimonia cada pieza, como lo que es, algo único y exclusivo, atesorado poco a poco por dos personas guiadas por el buen gusto y el corazón a la par; y eso se nota, de ello, ellos dos sabían algo.
Pues no creo que sea de recibo acumular obras pictóricas o cualquier objeto artístico, únicamente siguiendo la moda imperante, teniendo en cuenta que el comprador lo que quiere es disfrutar de lo comprado, sin menospreciar la inversión que pueda reportar a posteriori.
En la colección Abelló, hay diferentes apartados de distintas temáticas (paisajes, retratos, bodegones), de muchas épocas y diversos estilos que dialogan sin problemas estéticos, en un feliz montaje, primando siempre la calidad de las obras expuestas. Aunque en lo mostrado, se aprecia mayor cantidad de trabajos españoles, también están representados talleres italianos o germánicos y no se limita a un momento histórico sino que comienza con el gótico internacional hasta llegar a Bacon, pasando por el renacimiento, el barroco, el neoclasicismo y el arte de nuestro días; no creo que mi papel sea facilitar la enumeración de las ciento sesenta piezas colgadas, como los autores en este caso no se van a enfadar, puedo deciros que me encantó la maternidad del Divino Morales, el joven gallero de Murillo, el jardín de Rusiñol, la playa de Sorolla o el doble trabajo de Modigliani, sin olvidar el clásico óleo de Picasso, soberbio en mi opinión; mención aparte merecen los dibujos tanto del malagueño como de Schiele y otros.
Enhorabuena, por este regalo en el corazón de Madrid, ojalá que muchas personas disfruten con ello tanto como nosotros; pues gracias a la labor de coleccionistas como el Señor Abelló, los artistas hemos podido vivir desde tiempo inmemorial de nuestro trabajo. La figura del mecenas es primordial para el desarrollo del arte y su supervivencia, es el patrimonio que vamos a dejar a las futuras generaciones, por lo cual sería conveniente que la cultura fuera un asunto de Estado, pues es algo que prestigia a quien lo fomenta, ayudando a crear una imagen personal y duradera frente al resto del mundo.
GREGORIO GIGORRO "A correr" Óleo sobre lienzo Firmado y fechado en 2011 Medidas: 19 x 59 cm En Aranjuez a 15 de febrero de 2015 |