Aquellos ojos incisivos y serenos estampados en un cartel delante del museo, ejercieron una atracción arrolladora en los dos, aquel retrato de mirada profunda, de rostro armonioso invitaba a ver la exposición anunciada.
Ni siquiera se miraron, a los cinco minutos ya tenían la entrada en la mano, subieron la escalinata a buen paso, llenos de curiosidad; no repararon en la bolsa de plástico en la que llevaban unas cosillas que habían comprado en el rastro, pero los vigilantes en el umbral si se percataron, con ese bulto no podían entrar, tras la indicación de uno de ellos la escondieron en un rellano pegado a la puerta, y santas pascuas.
Nada más encontrarse bajo la cúpula y la escultura de Carlos V y el furor olvidaron el contratiempo; la gran galería estaba abarrotada de turistas, ellos pasearon entre tanta hermosura hasta llegar a la muestra... "la colección Frick", junto al retrato de aquella dama cuyo autor era Goya pendían de sus muros otros tantos de Velázquez, El Greco, Murillo; lo llamativo de este último artista fue que además de los retratos realizados por él figuraba su autoretrato, las obras expuestas procedían de la colección antes mencionada, cuya categoría es digna del Museo del Prado.
Su artífice fue Henry Clay Frick, magnate estadounidense del acero y mecenas del arte, quien comenzó a atesorar obras a principios del siglo XX, desde Pittsburgh, más tarde en Nueva York mandó construirse una mansión situada entre la quinta avenida y las calles 70 y 71 entre 1912 y 1914 a cargo del arquitecto Hastings, de estilo neorenacentista donde vivió junto a su familia disfrutando de su maravillosa colección. Abarcando en el caso de la pintura maestros desde Cimabue, Bellini, Vermeer, Velázquez, Murillo, Goya, Turner, Fragonard entre otros autores, de este último en concreto posee las pinturas del pabellón de Louvenciennes para Madame Du Barry, amante de Luis XV, pero además de la pintura cuenta con una magnífica muestra de esculturas renacentistas y barrocas, relojes, porcelanas, alfombras, mobiliario del siglo XVIII, un exquisito gabinete de dibujos renacentistas, barrocos...
La colección obedece al hecho de que era su vivienda en Nueva York, como es lógico quería disfrutar de ella por lo que prefería los retratos y los paisajes a otros temas; desgraciadamente no vivió mucho tiempo allí porque murió, su mujer y su hija si lo aprovecharon más.
A partir de 1935 después de la adecuación pertinente, se abrió el museo que hoy conocemos situado en el corazón de Manhattan que cada año es visitado por 300.000 personas, se le equipara con otros museos por sus dimensiones y selección de sus obras, como son la colección Wallace o la de Lázaro Galdeano en Madrid, museos más acogedores y más agradables para ver que los grandes espacios expositivos.
Debido a trabajos de mejora en su sede, parte de sus obras han viajado hasta Madrid, por eso podemos gozar de ella. Dar una vuelta bajo la frondosidad del cercano paseo o pasear un rato por este templo de la belleza es siempre agradable, en esta ocasión además es recomendable porque las piezas expuestas son de primer nivel, como todo lo que custodia el Museo del Prado, por si fuera de su interés la muestra se exhibira hasta el 6 de julio de 2023.
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GREGORIO GIGORRO "Duende" Óleo sobre lino 40 x 40 cm Firmado y fechado en 2017
En Aranjuez a 2 de abril de 2023 |