Las sombrillas multicolores desperdigadas en la orilla, hacían soñar con lugares lejanos y más luminosos.
Las personas se encontraban cobijadas a la sombra o tumbadas al sol.
Otras, sobre mantas en el suelo o en sillas y mesas de plástico degustaban comidas traídas desde sus casas, era muy frecuente la tortilla, los filetes empanados, los pimientos fritos y se bebía vino tinto con gaseosa.
La familia entera (padres, abuelos, tíos y niños) se reunían para pasar un día particular, juntos, eso era la costumbre.
También, era la época de los seiscientos, los gordinis, las vespas, el ruido de las conversaciones, la música de los primeros transistores que amortiguaban el zumbido de las cigarras.
Los niños jugaban al fútbol o a correr ruedas de coches ya en desuso, que también les servían como flotadores cuando se daban un chapuzón .
Era todo más pobre, pero más sencillo y sin embargo la gente me parecía más contenta.
Os aseguro que en Toledo había una playa, más arriba del majestuoso puente de Alcántara, donde yo me bañé más de una vez con toda mi familia, sin miedo a envenenarme con aquel agua, para aliviarme del calor de aquellos meses de verano.
Porque lo corriente era bañarse en los ríos, y cuando se podía en el mar, el mar....
GREGORIO GIGORRO "En Toledo había una playa" Óleo sobre lienzo Firmado y fechado en 2.007 Medidas: 100 x 81 cm |