viernes, 30 de agosto de 2013

Ave María



Desde el  preciso instante que colgó el teléfono, empezó a viajar; había transcurrido tanto tiempo, más de cuarenta años largos, que no podía imaginar cómo sería, si llegaría a reconocerla; sólo su voz clara y cantarina le hacía percibir que se trataba de alguien realmente joven; casi, casi era una cita a ciegas.
Muy de mañana comenzaron un viaje al pasado, a un mundo de recuerdos que formaba parte de su memoria, la cual había tejido una telaraña tan enmarañada que las vivencias lejanas,  se agolpaban en su cabeza en forma de madeja desordenada.
Dejando la montaña a sus espaldas, recorrieron carreteras desiertas, campos llanos y desolados, por fin vieron la desviación hacia Fontiveros; desde siempre los dos desearon conocer el pueblo natal de San Juan de la Cruz, la ocasión era que ni pintada. Apareció a lo lejos, solitario en medio de campos de cereales; el modesto caserío parecía abrumado por  la mole de la iglesia, además de unas cuantas torres había salpicando el conjunto alguna nota  verde y varias lagunas, contrastando  con los amarillos y ocres del resto. Pronto dieron con el sitio, llamaron a la puerta y enseguida una  voz dulce, les  respondió: "Ave María  Purísima".
Efectivamente, Pilar, Pili era igual de joven al natural que por el teléfono, se reconocieron, comenzaron a charlar, al poco  rato desapareció a hacer sus quehaceres y pronto volvió a aparecer para continuar repasando. Se quedaron solos, poco a poco abandonaron sus ansias, sus prisas y reinó el silencio; comenzaron a traer los platos mientras ponían la mesa; degustaron auténticos manjares, pues el cariño depositado en ellos sobrepasaba en mucho al sabor  de la comida, que  transcurrió con calma, quizá la que buscaban, afuera quedaba el resto del mundo donde abunda, vayas donde  vayas el ruido, mucho ruido  y pocas  nueces. 
Después de  tomar  café y  mantecados, al  otro  lado aparecieron las ocho hermanas contentas y sonrientes agradeciendo la visita, destilaban paz a raudales, ellos se sentían contagiados; se marcharon  todas excepto  Pilar,  la priora, siguieron desgranando  recuerdos sin  parar hasta que ella continuó  con sus  tareas; salieron y volvieron  a verlas en la iglesia contigua al  convento,  cantando esta vez.
Les separaba  físicamente una reja, pero la realidad,  es que era y es un abismo; dos mundos antagónicos completamente: el de ellas presidido por la oración, la contemplación,  la pobreza, la obediencia y  la castidad; descalzas de toda riqueza mundana. El nuestro totalmente  contrario  al suyo, lo cierto es que llegaron a las doce y media pasadas del medio día y se marcharon a las siete  largas de  la  tarde; sin embargo les pareció un suspiro,  no  había   palabras para descubrir lo que sintieron,  pues  resultaban  huecas,  pero lo sintieron de verdad;  fue como un vacío,  un  bienestar, como si hubieran recibido un baño extraño, que les  conmovió y les  revolvió su interior.
Ni que decir tiene que prometieron volver lo más pronto posible, para mojarse aún más.
GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"El jardín en primavera"
Técnica mixta sobre tela
Firmado y fechado en 2013
Medidas: 100 x 70cm



Aranjuez a 31 de agosto de 2013

sábado, 3 de agosto de 2013

La celebración


La luz ámbar se filtraba a través  de los ventanales de la inmensa nave, elegante y rotunda de la iglesia; un ejemplo sobrio del arte del renacimiento de los  tantos diseminados por la llanura manchega.
Ellos, se encontraban sentados en un banco observándolo todo con una extrema calma, la novia engalanada junto al novio en el altar, repetía en alto, su compromiso de por vida con éste, en presencia de un nutrido grupo de invitados que abarrotaba el templo, ataviados para la ocasión.
Mientras la pieza de Mozart ejecutada por los músicos ascendía hasta las bóvedas desnudas, el perfume de los liliums blancos impregnaba todo el recinto, llenándolo de una exquisita fragancia.
Entretanto ellos miraban de reojo un cuadro grande y soberbio  que representaba la adoración de los magos, nada menos de Lucca Giordano, al lado una escultura de la virgen del Carmen completaba el bello conjunto.
En este país tan antiguo en el rincón menos insospechado, descubres una joya; sólo tienes que pararte y disfrutar. Agarrados de las manos se hablaban con sus ojos, recordando aquel día de septiembre cuando se dieron el sí para toda la vida, también la iglesia se encontraba a rebosar de flores y la música sonó durante toda la ceremonia.
Sin decirlo, sentían que casi todo en su existencia empezaba a tener veinte años; eran muchos, pocos; no sabían a ciencia cierta, sólo les constaba que continuaban andando de la mano, codo con codo.
La luz cegadora y el calor sofocante les esperaba afuera pero ellos no se arredraban, cargados con sus recuerdos e ilusiones llegaron hasta otro pueblo donde ya se intuía la cercanía del mar; también allí presenciaron una boda, con el cortejo acicalado a  tal efecto, arropado por los fuegos de artificio de Haendel, en un escenario que no desmerecía al enlace nupcial.
La interpretación de la música antigua les conmovía,  se sentían arrullados y elevados, gracias a la magnífica acústica de los lugares donde la escuchaban. A buen seguro que Dios en estas ocasiones, sonreía ante tal agasajo humano; aunque se dice que dicha disciplina amansa a las fieras, siempre hay que tener en cuenta que éstas pueden ser  sordas, pero no todas, afortunadamente. Él le dijo: "Vámonos, pues cuando lleguemos va a estar cerrado el mar"; a lo que una invitada al oírle, respondió: "El mar nunca se cierra".
Sonrieron y se quedaron un rato más gozando del ambiente festivo, no era para menos, nadie les esperaba y las prisas nunca fueron buenas para vivir.
GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Con otro aire"
Tinta y acrílico sobre cartón
Firmado y fechado en 2013
Medidas: 35 x 50 cm


En Aranjuez a 3 de agosto de 2013
,