miércoles, 18 de mayo de 2016

La carta


El cartero  ya no trae cartas de Amor, se decía Esperanza que no desesperaba a pesar del transcurrir del tiempo aunque fuera en su contra.

Releía una y otra vez aquella, su primera carta y se le representaba con nitidez las veinticuatro horas sentidas como si se tratara de una vida entera, aquella excursión fue el único viaje; qué bien hizo separándose del grupo, marchándose a tomar algo en un cercano café. Sentada con la mirada perdida, se cruzó con la suya, arrolladora, impactante, así empezó todo hasta caerse rendida en sus brazos atléticos, jóvenes, más que los de ella; no le importaba nada el mundo y todas sus obligaciones se habían desvanecido de pronto.

Poco duró la aventura, según se mire porque ella la vivió y revivió desde ese día, con tal intensidad que eso, solo eso la colmó la existencia.

Sonó el timbre de la puerta, bajo las escaleras, recorriendo el jardín hasta llegar a la entrada, no tan deprisa como hubiese deseado; oyó que se marchaba la moto del cartero, subiendo ya la cuesta. Abrió el buzón y recogió las facturas del banco, la publicidad del supermercado... y más cosas por el estilo; pero ninguna carta.

Desde que se conocieron el mundo había cambiado mucho, ahora las personas se enviaban mensajes de texto, de voz, emails, se felicitaban, se daban el pésame o cualquier noticia de esta manera. ¡Qué lástima pensaba, con lo bonito que es escribir cartas!, enviarlas, esperar la respuesta, contando el tiempo.

Subiendo las escaleras, volvió a decir para sus adentros: "No, el cartero ya no trae cartas de Amor, ni  para mi ni para nadie".

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
Un pedacito de "Sabor a ti"
Acrílico sobre tabla entelada
Firmado  y fechado en 2016
Medidas: 26 x 19 cm


En Aranjuez a 19 de mayo de 2016

lunes, 16 de mayo de 2016

Juegos infantiles


Los niños sonrientes, lanzaban al aire sus cometas multicolores, en aquella mañana ventosa, en la que el sol también resplandecía.
 
Sin dejar de mirarles, la imaginación le envolvió y de pronto, se vio rodeado de parejas ataviadas a la moda de finales del siglo XIX, las damas con atuendos claros, largos y vaporosos, adornadas con sombreros generosos y sombrillas a juego; los caballeros con trajes blancos y canotiers, paseaban bordeando la baranda de la Concha: sinfonía metálica en blanco, una corona de laurel interminable, forjada a fuego y con mucho gusto.
 
Pocos palacetes decimonónicos quedan en pie de aquel tiempo, sustituidos por inmuebles menos agraciados aunque guardando cierta armonía en cuanto a la altura y colores de éstos, sin embargo diseminados por la ciudad podemos disfrutar de las farolas altivas, de los puentes majestuosos, del casino elegante y grande a la vera del mar, con el telón de fondo del Urgull y del casco viejo.
 
Atrás dejó la algarabía infantil y respiró el yodo, la humedad del Cantábrico sentado delante de la balaustrada redonda y decadente dando la espalda al palacio de Miramar, frente a la isla de Santa Clara.
 
A pesar de todo lo desaparecido, la ciudad guarda en la memoria, el sabor de aquel lujo, cuando la realeza y su corte decidió veranear aquí; gracias a este hecho y al buen hacer de gobernantes y poderosos de aquella y otras épocas posteriores, se ha preservado ese aire tan distinguido y señorial que caracteriza a San Sebastián.
 
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?, no lo creo, sólo tengo la certeza de la existencia del actual, es lo que debemos aprovechar, sin olvidar que hubo otros.
 
Somos hijos, herederos del pasado, pero no presos de él.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
De Sabor a ti
Acrílico y tinta sobre tabla entelada
Firmado y fechado en 2016
Medidas: 26 x 19 cm


En Aranjuez el 16 de mayo de 2016