Ella, miraba sin ver desde sus ojos azules, con su vestido pomposo de bailarina, con sus zapatitos rosas, como su vestido rosa, junto con otras tantas muñecas desde el escaparate, frente a la gran avenida por la que discurrían, como siempre un rio de gentes de miradas vidriosas, sin ver quizá, ensimismados en sus mundos, que se cruzan sin tocarse.
Ella, siempre quiso tener una muñeca, siempre, pero no llegó, hasta que su hija mayor, se la regaló, pasados los ochenta años; ya supo esperar.
Ellas, vestidas de forma ordinaria aunque aparentemente elegantes, arrastraban sus vestidos acompañadas por sus parejas con trajes embutidos que más bien parecían prestados, hasta la entrada principal de la iglesia, bajo la mirada pétrea de la virgen rodeada de ángeles; mientras esperaban la llegada de la novia, que por fin llegó como si fuera a una fiesta de verano, casi dispuesta a refrescarse en la piscina de un chalet en una calurosa tarde; nada más lejos de la intimidad que requería la supuesta celebración. En el interior, la elegante e inmensa nave parecía mucho más grande, quizá por el vacío, por la vacuidad de un espectáculo sin gracia, sin casi sentido.
Él, abre la portezuela de un despampanante coche negro y, ¿qué ve?, pues a ella vestida de blanco impoluto con su mirada clara, su franca sonrisa y su corona de flores blancas sobre su cabeza. Él, la apretuja colmándole de besos y le dice: "Buen día, princesita"; y da un portazo diciéndole sinceramente adiós con el brazo en alto, antes le ha entregado una caja con una preciosa muñeca, vestida de bailarina; a lo mejor no se esperaba ese obsequio, pero él cree que será de su agrado.
Ella, con sólo diez años recién cumplidos no ha necesitado tanto tiempo para mecer a esa muñeca que de golpe y porrazo ha abandonado a sus compañeras de vitrina, como tampoco, para recibir todos los regalos que en ese día le harán. Así es la vida.
GREGORIO GIGORRO "The treasure" Acrylic on paper Signed and dated in 2011 Dimensions: 30 x 50 cm Aranjuez, 1 de junio de 2014 |