La princesa Florinda contaba las jornadas esperando el rescate ansiado, sabía que un día su príncipe la libraría del tormento en el que se hallaba sumida. Encerrada en una torre dorada, rodeada de ataduras de papel pintado de flores y pájaros de mentira, tenía la certeza de la existencia de una vida plena tras los altos muros, cuyos ventanales dejaban ver las mariposas, las bandadas de pájaros que surcaban el cielo.
Gracias a una paloma mensajera recibía las noticias del príncipe, sabiendo de las pesquisas de éste para liberarla de una oscura maldición que le había llevado a este estado. Por él sabía del estado del mundo, hecho jirones debido a los desmanes cometidos por la especie humana. Sufría con entereza el paso del tiempo, la ausencia del cambio de las estaciones, tenía una dueña ciega que cuidaba de ella, el único vínculo con la tierra que sin embargo era aleccionador pues sentía en su interior aún más fuertes las ganas de volar, de dejar atrás aquella cárcel.
Tenía la seguridad de que solo había que esperar, pues de tanto buscar la buena suerte un día luminoso su príncipe, montado en su corcel blanco llegaría escoltado por un tropel de pájaros cantarines con un cargamento de flores de todas clases, formarían una alfombra tupida y perfumada hasta la entrada del castillo; a la señal de su señor, ella empujaría el portón que se abriría suavemente de par en par.
Florinda saldría con los pies descalzos, sus mejores galas le mostraría y nada de lo importante se abría marchitado, sus ojos vivaces le sonreirían diciendo: "Te he estado esperando desde siempre".
GREGORIO GIGORRO Bocetos para platos de postre Rotulador y acrílico sobre papel Firmado y fechado en 2016 Medidas: 21 cm de diámetro cada uno En Aranjuez a 12 de enero de 2017 |