En los aledaños del coso, el ambiente era festivo, como no podía ser de otra manera.
Los caballos estaban siendo enjaezados para el espejo plaza, los utileros descargaban de los coches las herramientas para la faena, al igual que los picadores vestidos con traje de luces; también los fotógrafos prestos para captar ese rostro llamativo o aquel personaje conocido que se dejaría caer ante tal acontecimiento; los bares y restaurantes atestados de clientes, los policias vigilantes, los sombreros cordobeses, los abanicos...
Los señores y señoras, público en general arreglados para la ocasión iban tomando poco a poco asiento para disfrutar de la corrida.
El aire olía a humedad después de regar aceras, calzadas y el albero, bajo el cielo azul intenso la plaza aparecía abarrotada, "una buena entrada", como díría un entendido, el viento ligero daba un respiro a la tarde calurosa de este mes de mayo.
Suena la música y comienza el festejo; los toreros, sus cuadrillas, los mulilleros, barrenderos y demás personal detrás de los alguaciles a caballo desfilan con garbo.
Los acordes de un pasodoble resuenan justo encima de ellos, el olor a puro se masca, se oye el ruido de los abanicos, de los vendedores de bebidas y los olés del gentío mientras el primer diestro se arranca por naturales, los aplausos son sonoros, sentidos, algún pito que otro hay, hasta llegar a la suerte de matar, después de picar y banderillear al astado. Se produce un inmenso silencio, el torero se enfrenta sin remedio al toro, es la hora de la verdad, uno de los dos saldrá indemne.
Hacer de la muerte una fiesta defendiendo la vida, llevado a cabo como si fuera una liturgía, rezumando arte por los cuatro costados; tiene que gustar mucho, aunque quizá sea díficil de comprenderlo.
A mi me conmueve, es emocionante, el vello se me eriza y los ojos se humedecen, ¿porqué será?
Puede que recuerde las ocasiones en que mis padres me llevaban a los toros, él fumaba un puro, ella se abanicaba, los dos no perdían ripio del ruedo, también comían, reían... como muchas otras parejas corrientes.
A la atracción por los toros no le va a la zaga la que siento por los caballos, desde bien pequeño a él le pedía que me me comprase uno, después de mucho insisir tuve que conformarme con los caballos de papel que mi padre dibujaba a petición mía. Me siguen gustando los toros, los caballos y a ella la madre de mis hijos, además los trajes de faralaes; también persistió en lo mismo a su madre, ésta no lo consideró oportuno y se condujo de igual manera que mi padre, nos quedamos sin lo uno ni lo otro,
Asi que cualquier día ella se vestirá de esa guisa y yo de corto con sombrero cordobes y botas camperas sobre un hermoso caballo.
Dejar cualquier cosa en el tintero si te importa de verdad no es de recibo, total vivir son cuatro días y la mitad transcurren durmiendo.
¿Te quedan muchas faenas qué rematar?
GREGORIO GIGORRO Boceto taurino Firmado y fechado en 2022 En Aranjuez a 4 de junio de 2022 |