Él, que todo lo tuvo: dominador de territorios, poseedor de multitud de riquezas, excelente en sus relaciones con otros estrategas, dueño de la vida de sus súbditos y defensor de su fé, que sin embargo a su muerte, entre sus papeles se encontró un diario donde figuraba que solamente fue feliz catorce días de su larga existencia, ni siquiera seguidos.
Al-Nasir era su sobrenombre, en español "el vencedor", nació en el año 890 y murió en el 961, faltaban aún 15 años para terminar Medina Azahara, la ciudad construida a las afueras de Córdoba, de la que se decía tenía 14.000 puertas y 4313 columnas traídas de Bizancio, Roma y de distintos puntos de la Península Ibérica.
Antes de cumplir los 23 años comenzó su reinado, habiendo sucedido a su abuelo porque éste mandó matar a su padre a causa de una conspiración. La sucesión no era cuestión menor pues los emires tenían una copiosa descendencia de distintas esposas, pero al ser del mismo padre, todos los hijos eran legítimos; para evitar males mayores se les alejaba de palacio, viviendo en almunias, a las afueras de la ciudad.
Él se crió con el abuelo, se cuenta que era un joven de carácter discreto y muy estudioso, que sabía quien había matado a su padre y quizá Abdalah, su abuelo buscaba en el nieto algún rasgo del hijo desaparecido, alimentando asi el miedo a cualquier cambio que pudiera perjudicarle, quizá de esta manera empezó a nacer ese miedo a lo largo de su vida hasta el punto de tener a un verdugo siempre cerca de él, no se fiaba de nadie, aunque quizá el único que le conoció y por eso no le temió fue su médico que para más señas era judio, se ocupó de su salud con esmero aunque como es natural no pudo impedir que la muerte le venciera.
Doblegó a los rebeldes andalusíes, puso a raya a los reinos cristianos y extendió su poder por el norte de África; hablaba de igual a igual con el emperador bizantino y con el del sacro imperio, cuentan que era de rostro atractivo, piel clara, ojos azules y cabello rubio, también era generosos, refinado, de hecho fue poeta, pero también cruel y sanguinario hasta la saciedad, tanto que en presencia de la corte mandó decapitar a un hijo por conspirar contra él; le sucedería el hermano del finado, Al-Hakam, quien terminaría la famosa ciudad a las puertas de Córdoba, empresa que le obsesionó sobremanera, porque para él era una forma de perpetuarse en la memoria, emulando a egipcios y romanos.
Su descendencia fue abundante, tuvo 11 hijos y 16 hijas, fue el primer califa de Occidente, asi se desgajaba de los Abasíes, fue el más tolerante de los Omeyas pues en Córdoba vivían árabes, judios y mozárabes, convirtió a la ciudad en la más poderosa de aquella época, nunca pudo imaginar que todo aquello por lo que luchó se fue al traste a los 50 años de su muerte; después de vivir 73 años, este hombre que tuvo el mundo a sus pies, consiguió que su saldo en cuanto a la felicidad se redujera tan solo a 14 días.
Qué poco hemos cambiado en lo esencial, ¿dónde estriba, de qué depende?, si el ser humano está en principio dotado para conseguir lo que quiera, si al parecer tener o no poseer bienes materiales a fin de cuentas eso no debe ser la clave, lo digo por la experiencia vivida, y si probaramos con ser más que con tener, puede que esa ansiedad por la lucha de poder, esa falta de calma, tal vez nos ayudaría en la medida de nuestras posibilidades y circunstancias a conseguir ese estado tan apreciado por el hombre que sin embargo desaparece como la arena en las manos o las pompas de jabón, reduciéndose a momentos aislados en muchos casos. Pocas personas con relación a miles y miles en nuestro planeta y a través de tiempos inmemoriales han sentido y vivido prolongadamente en el tiempo la ansiada felicidad.
¿Qué es para tí la felicidad?
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GREGORIO GIGORRO Bandeja elaborada en Centro cerámico de Talavera 2022
En Aranjuez a 23 de mayo de 2022 |