Mientras se miraba en el espejo veía la imagen de un hombre joven, atlético, de ojos azules, melena negra ensortijada, de piel siempre bronceada; tiempo tenía para hacerse esa pregunta y otras tantas en la soledad del camerino antes de cada actuación. Mariano hasta convertirse en lady Avis tenía entre manos una larga y ardua tarea.
Recordaba maquillándose a su mentor, aquella noche lluviosa de abril, dió un giro total a su vida, él observaba que de vez en cuando repostaba en la gasolinera donde trabajaba un Jaguar negro, impoluto, conducido por un chófer, atisbaba que a través de la ventanilla bajada se encontraba un señor que sin duda después de haberle examinado detenidamente en sucesivas ocasiones, esa noche le llamó por su nombre, se acercó al automóvil, se miraron escrutándose pero serenos, el ocupante del automóvil finalmente le entregó una tarjeta diciéndole con firmeza: -Si necesita algo, no importa lo que sea, no dude en ponerse en contacto conmigo, buenas noches-
La vida para él y Raimunda su mujer junto a sus dos hijos había sufrido un serio revés, pues el trabajo empezó a escasear para ambos aunque bien es verdad que eran despiertos y con mucho arrojo, lo cierto es que la situación general del país no daba para alegrias. Sin consultar nada a ella, sin saber lo que le esperaba, se decidió a utilizar aquella tarjeta y surtió el efecto deseado: salir de las estrecheces económicas, un triunfo para aquellos tiempos.
Durante el día Mariano era gasolinero, por las noches lady Avis, un artista de sensualidad enigmática, con un toque andrógino que cantaba boleros con un buen acento francés, eso le venía de la època en que fue camionero y sus viajes al país galo al ser frecuentes los aprovechó para aprenderlo, además poseía un buen oido, voz y memoria para aprenderse lo que hiciera falta, lo cierto es que desde siempre había cantado en muchas ocasiones en público incluso le llegaron a proponer la grabación de un disco, cosa que al final declinó. Además de lo anterior en la actuación también se jugaba al son de las coreografías hechas por él, irse desprendiendo de alguna que otra prenda, supongo que para animar al personal.
La concurrencia era selecta en aquel lugar de las afueras que no figuraba en ninguna guía, alejado de cualquier itinerario y que solo lo que podía verse era un jardín enorme donde se encontraba el caserón. De hecho cada noche le recogía el chófer que una vez terminado el trabajo le devolvía al sitio de partida.
Evidentemente el cambio efectuado exigió un entrenamiento muy complicado pero dada la necesidad imperante fue rápido y fructífero, además de estar excelentemente bien pagado, en contrapartida lady Avis bajo contrato estaba obligada a guardar la más estricta confidencialidad aunque con todo y con eso hubo momentos embarazosos que supo sortear, para él su familia eran sagrados.
Su mentor a veces acudía al espectáculo al terminar, una noche todavía enfundado en su traje gris plateado melena al viento y maquillaje en ristre no pudo por menos de formularle la pregunta que le rondaba en la cabeza desde hacía tiempo.
-¿Porqué yo?, el señor le respondió secamente -Porqué eres clavadito a mi hijo pequeño y digamos que ya no está entre nosotros-. Se levantó de la mesa y se marchó con parsimonia.
Cada noche la sala completamente a oscuras y en silencio tenía puestas todas sus miradas en aquel ser rutilante, como venido de otro mundo, intocable, cada espectáculo era inolvidable porque además improvisaba, cambiaba de repertorio, de vestuario, de luces, de músicos...
Nadie podía sospechar que aquella estrella por las mañanas podría haber llenado el depósito del coche de algún espectador, ni tampoco saber que era un padre de familia amante y cariñoso, absolutamente nadie.
Porque somos como nos ven los demás o cómo nos mostramos a éstos y de este modo se forjan una idea de nosotros, quizá muy distinta de la que guardamos en nuestro interior, la mayor parte de las veces nada es lo que parece. Si un actor se cree que es el personaje que interpreta corre el riesgo de volverse loco al cabo del tiempo, tu labor se trata de hacer sentir al público dicho personaje, cuando acaba la función vuelves a ser otra vez tú.
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GREGORIO GIGORRO "La fiesta" Acrílico sobre cartón 50 x 70 cm Firmado y fechado en 1997
En Aranjuez a 1 de agosto de 2023
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"Asi es si asi os parece" Luigi Pirandello