Qué nadie te lo cuente, descúbrelo tú.
Formaba parte de aquel viaje una vuelta con guía incluido por el centro de la ciudad de México, no acierto a saber porqué razón el señor desgranó todo tipo de calificativos que afeaban la visita y lo más llamativo fue resaltar la inseguridad y violencia que a la sazón reinaban en dicha ciudad; después de acabar la perorata dijo: "Quien se atreva bajar del autobús puede hacerlo", nosotros que a estas alturas estábamos indignados, levantamos la mano y nos desgajamos del resto de los turistas.
Nos encontramos de pronto solos para correr aventuras, descubrimos un bosque, el de Chapultepec, un jardín precioso y cuidado, repleto de familias que nos sonreían mientras merendaban sobre la hierba con sus hijos, fue delicioso, no menos que cuando paseando por la Plaza de Morelos un señor nos invitó a entrar en la carpa bajo la cual había mucha gente bailando y claro hicimos lo propio.
Andábamos mucho, porque una ciudad se conoce así, parándose en un escaparate curioso, en una tienda de jugos, comiendo en un restaurante lleno de gente del lugar amenizado con música en vivo o descubriendo de golpe y porrazo una réplica a tamaño natural de la famosa fuente de Cibeles, en la Colonia Durango.
Emocionandote cuando en la catedral, los invitados prorrumpieron en aplausos después de haber sido bautizado un recién nacido...
Bueno no quiero aburrirlos porque deseo decirles que realmente lo que nos tocó el corazón, fue que a un montón de horas de avión nos sentíamos como en casa, nuestro idioma abre puertas al otro lado del mar, allí todo te resulta conocido, la misma fé, la familia, el urbanismo, el sentido de la dignidad, la forma de mirar es la nuestra, su movimiento, el modo de ver la vida por no hablar de los hospitales que antaño se construyeron y siguen funcionando, de las leyes es decir del Derecho Romano, la música, tantas y tantas cosas que nos unen,
Desde el primer momento nos mezclamos, el primer mestizo fue Martín Cortés, hijo ilegítimo de los amores entre Hernan Cortés y la Malinche, por cierto que él no tuvo ningún problema en reconocerlo como hijo, como sabrán en virtud de la Real Cédula de Carlos V en 1549 se autorizaron los matrimonios entre indígenas y españoles. Tenemos la misma sangre solo hay que saber los apellidos o el origen, provenientes de asturianos, gallegos, extremeños, todos venimos de la madre patria, como a ellos les gustan decir.
Curiosamente, hace poco tomando el sol de Levante nos invitaron a bailar un grupo de jóvenes con acento del otro lado del mar, que se movían con gracia al son de la música caribeña, las palmeras celosas también se unieron a la fiesta.
Señores, la capital de Galicia no es Santiago de Compostela, sino Buenos Aires, la colonia gallega asciende a más de 140.000 almas, al Apóstol Santiago se le saca en procesión en ciudades de América, hasta en Nueva York se festeja el día de la Hispanidad, podría poner miles y miles de ejemplos, una comunidad de más de 500 millones largos creo que es un dato para tener en cuenta y todo esto para invitarlos a que no se pierdan el documental titulado Hispanoamérica, canto de vida y esperanza dirigido por José Luis López Linares, una obra de arte viva y vibrante a más no poder que no deben perderse.
"Ustedes nos invadieron, nosotros les conquistamos" dice una persona en un momento de dicho documental para añadir poco después: "Si los invasores hubieran sido ingleses, yo no existiría". Ahí queda eso.
En Aranjuez a 20 de abril de 2024