lunes, 16 de mayo de 2016

Juegos infantiles


Los niños sonrientes, lanzaban al aire sus cometas multicolores, en aquella mañana ventosa, en la que el sol también resplandecía.
 
Sin dejar de mirarles, la imaginación le envolvió y de pronto, se vio rodeado de parejas ataviadas a la moda de finales del siglo XIX, las damas con atuendos claros, largos y vaporosos, adornadas con sombreros generosos y sombrillas a juego; los caballeros con trajes blancos y canotiers, paseaban bordeando la baranda de la Concha: sinfonía metálica en blanco, una corona de laurel interminable, forjada a fuego y con mucho gusto.
 
Pocos palacetes decimonónicos quedan en pie de aquel tiempo, sustituidos por inmuebles menos agraciados aunque guardando cierta armonía en cuanto a la altura y colores de éstos, sin embargo diseminados por la ciudad podemos disfrutar de las farolas altivas, de los puentes majestuosos, del casino elegante y grande a la vera del mar, con el telón de fondo del Urgull y del casco viejo.
 
Atrás dejó la algarabía infantil y respiró el yodo, la humedad del Cantábrico sentado delante de la balaustrada redonda y decadente dando la espalda al palacio de Miramar, frente a la isla de Santa Clara.
 
A pesar de todo lo desaparecido, la ciudad guarda en la memoria, el sabor de aquel lujo, cuando la realeza y su corte decidió veranear aquí; gracias a este hecho y al buen hacer de gobernantes y poderosos de aquella y otras épocas posteriores, se ha preservado ese aire tan distinguido y señorial que caracteriza a San Sebastián.
 
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?, no lo creo, sólo tengo la certeza de la existencia del actual, es lo que debemos aprovechar, sin olvidar que hubo otros.
 
Somos hijos, herederos del pasado, pero no presos de él.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
De Sabor a ti
Acrílico y tinta sobre tabla entelada
Firmado y fechado en 2016
Medidas: 26 x 19 cm


En Aranjuez el 16 de mayo de 2016

domingo, 24 de abril de 2016

Un grano de arena




La ilusión a pesar de todo pervive, el rescoldo de la juventud ya marchita da calor y todavía cuando llega este día y este momento memorable sigo poniéndome nervioso. Estoy vivo, porque continuo emocionándome.

En Aranjuez a 24 de abril de 2016


domingo, 3 de abril de 2016

En septiembre



La tenue lluvia se deslizaba por la hermosa cristalera que daba sobre la avenida, a media tarde comenzaron a llegar hasta la puerta del hotel, coches despampanantes de los que descendían rutilantes estrellas del celuloide internacional; los fotógrafos prestos en su trabajo disparaban a las celebridades y acompañantes que subían la escalinata como Pedro por su casa.
En el interior, el servicio impecablemente uniformado, sonreía sin levantar una ceja, como si les hubieran servido desde siempre. La mesa del vestíbulo se hallaba coronada por un gran centro de liliums blancos, desplegando su perfume daba la bienvenida a tanto lustre y postín.
A la derecha, se encontraba una elegante nave, escoltada por columnas de capiteles jónicos, adornada por palmeras, veladores de luz tamizada y vestida por alfombras de la Granja; era un enorme salón de estar donde los grupos de personas departían tranquilamente ante un café o un té ajenos a tanto ajetreo.
Entre tanto el piano desgranaba las notas sugestivas de un bolero, la voz aterciopelada de una mujer de piel cobriza encandilaba hasta las copas, que parecían vibrar.
Señor, le dio  un golpecito en el hombro el camarero; él, abrió sus ojos saliendo del sueñecito mientras escuchaba la misma canción con la que estaba soñando, sentado en el mismo lugar y teniendo conocimiento del espectáculo de los recién llegados al hotel en aquel cálido mes de septiembre y continuó embelesado esperando su consumición.


GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
De la serie "Sabor a ti"
Exposición de pintura y objetos de autor
en Metrópolis Platz
Donosti 2016
Del 9 de abril a fines de mayo

twitter@gregoriogigorro
En Aranjuez  a 3 de abril de 2016

lunes, 28 de marzo de 2016

Sabor a ti



Cuando mojas tus pies en la arena húmeda del Gros, 
bajo la niebla casada con el inmenso mar,
mientras las gaviotas cantarinas,
revolotean en el cielo denso.

Cuando cruzas el puente del Kursaal, sobre el Urumea,
la gente empieza a poblar el bulevar,
y te adentras en el añejo barrio viejo,
cobijado por el Urgull.

Sientes la humedad de las relucientes baldosas,
las campanas de la iglesia del coro,
y vas subiendo por el umbroso y apretado bosque,
coronado por el Cristo protector,
dando la espalda a ese mar bravío que hostiga a veces 
y otras acaricia a la Bella Easo.

Desde arriba, ella se despliega armoniosa en su urbanismo mesurado,
cuando fue solaz de ilustres personajes,
más tarde recorres el Paseo de la Concha,
saboreando esa baranda única, elegante hasta decir basta,
esa sinfonía en blanco de coronas de laurel;
de pronto observas a los surfistas, a las personas que pasean a pie o en bicicleta,
el viento sopla suave, mientras un niño juega a la pelota con su padre al borde el mar.

Te sientas a tomar un café humeante,
viendo a una ciudad que mira al mar desde siempre,
rodeada de montes sinuosos, jugosos,
dando una sensación de sosiego, de calma.

Mil sabores que disfrutar en un lugar inolvidable,
con un montón de rincones que recorrer;
querido por quienes la habitan y gozado por los que la visitan.


GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Mirando al mar"
Acrílico sobre tabla entelada
Firmado y fechado en 2016
Medidas: 19 x 24 cm


"Sabor a ti"
Una exposición con mis pinturas y objetos de autor,  que tendrá lugar en San Sebastián,
Del 9 de abril al 9 de mayo de 2016.
La inaguración el día 9 a las 13:30.
Todos los lectores de este blog, estáis por supuesto invitados.
Os espero.... en METRÓPOLIS PLATZ

Gregorio Gigorro
Información
943 90 03 72


miércoles, 10 de febrero de 2016

Serenidad



Subieron tantas escaleras que se quedaron sin pisos.

Cargaron tantos pianos hasta el último, sin saber que no les abrirían la puerta.

Dejaron tantos abismos que tuvieron que abrazarse con terror para no caer al  vacío.

Soñaron tanto  que se agotaron sus sueños.

Y después de todo descansaron frente al río, bajo el espectacular puente, 

recorriendo vagamente el espejismo  que tanto habían esperado desde siempre,

sentarse tranquilamente sin más, con un perrillo callejero  que les lamiese las manos,

para no tener que decir: "Yo no tengo ni  perro que me ladre".


GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
Modelo  para bandeja
Nueva York
Firmado y fechado en 2016
Medidas: 38 x 48 cm
En Aranjuez a 10 de febrero de 2016

martes, 2 de febrero de 2016

Cielo raso


Se abandonaban a los acordes suaves de una melodía dulce, sugestiva, bajo la noche fría y húmeda.

La placita era intima como un patio de vecinos, rota por la rotunda fachada barroca de San Ildefonso a sus espaldas, delante iluminada y  majestuosa se erguía la torre de la catedral.

Dieron las campanadas secas, en el reloj cercano del palacio, la música seguía mientras ellos hablaban.

Él estaba sentado en el suelo como si estuviera al borde de una playa, se acercó un niño de nombre Roque, bailarín incipiente, de risueños mofletes, sin duda atraído por la guitarra del chaval, sin mirarse se acordaron de cuando el suyo, les acompañaba al cantarle boleros.

No se dijeron nada, todo estaba ya dicho.

El músico improvisado también podría ser su  hijo, sobre todo por edad, pues éste hablaba del arte, de la vida, de historias mágicas que ellos escuchaban embelesados, con esa sonoridad deliciosa si se habla portugués siendo brasileño.

Vieron a la luna amarilla, redonda, colgada del cielo raso.

Se marcharon después de despedirse bajando las callejuelas desiertas y aspirando el silencio.

Conducía temprano con tranquilidad mientras la luna protegida por la bruma se retiraba con sigilo, la insolencia del sol se imponía sobre el horizonte de aquel veinticinco de enero que prometía ser muy luminoso.


GREGORIO GIGORRO
(Boceto  para bandeja)
Acrílico sobre cartón
Firmado y fechado en 2016
Medidas: 30 x 40 cm


A Camila, Justo y Matheus.



En Aranjuez a 2 de febrero de 2016





domingo, 10 de enero de 2016

San Sebastián


Bajó a la playa dando la espalda al Kursaal, dejando atrás la avenida Zurriola, poco le importaba la lluvia; lo mismo que a los escasos paseantes con sus perros, las olas rompían sobre el espigón indolente, salpicando a las gaviotas cantarinas.
Subió al monte Urgull, después de recorrer el barrio viejo, zigzagueando hasta los pies del Sagrado Corazón.
Desde lo alto, la ciudad parecía una maqueta, lamida por las olas perezosas de la Concha; el bosque de tanto en tanto se metía en ella, el río la atraviesa surcada de puentes decadentes y elegantes de otra época.
Recorrió la playa, aprovechó para mojarse los pies y disfrutó viendo a los aguerridos surfistas ante las imponentes olas.
Se tomó un café con el fondo multicolor de los reflejos náuticos varados del viejo puerto.
Parecía que el sol entre los nubarrones del cielo encapotado quería brillar sobre las calles señoriales cortadas con escuadra y cartabón, animadas ya a esas horas.
Le entraron ganas de llegar hasta Ondarreta, subir en el funicular a la cima del Igueldo, pues sabía que allí se conservaba un parque de atracciones de los de antes; inevitablemente recordaría las vueltas en el tío vivo cuando era pequeño.
Seguía cayendo el chirimiri sobre la multitud de paraguas que poblaban el bulevar, mientras él apoyado sobre la magnífica baranda de la playa miraba de frente al Cantábrico embravecido, con su presencia aplastante e inmensa, detrás de los ventanales impolutos de aquel hotel.
Gregorio Gigorro
En la playa de la Concha
San Sebastián
1  de enero de 2016