De un tiempo a esta parte casi todos los alimentos que consumimos tienen un aspecto más colorido, reluciente, sin tacha, perfectos para ser comidos con los ojos; aunque resulten sosos, sin sustancia. El envoltorio de éstos es más importante en muchos casos que lo que se guarda.
En una época tan ecológica como la actual, el embalaje utilizado trae consigo toneladas de plásticos, de cartones que se desperdician y que producen unos vertidos indiscriminados a los ríos y mares poniendo en serio peligro a todo bicho viviente, lo sucedido en el Mar Menor es el último ejemplo de esta situación.
Somos parte de la naturaleza, es nuestro medio, por mera supervivencia debemos cuidarla y preservarla, no solamente para nosotros sino para los que nos sucederán. Todos estos artículos se adquieren con frecuencia en las grandes superficies, supermercados gigantescos situados al borde de carreteras en la entrada o salida de las poblaciones, a ellos acuden en masa los clientes de domingo a domingo, los horarios son así pensando en el trabajo cotidiano que llevan a cabo muchísimas personas; los carros de la compra se llenan para toda la semana, eso sí con prisas, pues la vida que sufrimos tiene mucho ajetreo, no importa lo que hagas.
Por fortuna hay otras maneras de consumir que vienen existiendo desde hace mucho tiempo; por otra parte como resultado de esta alimentación van apareciendo el sobrepeso y es muy corriente comprobarlo en muchas personas que además son muy jóvenes, curiosamente la comida basura, rápida, precocinada está haciendo mella en un amplio sector de la población.
Se puede comprar de otra manera, en huertas, en comercios pequeños, en el campo, en los pueblos, puede que el aspecto no sea tan llamativo, por el contrario el olor y el sabor nos pueden sorprender, además de sentir que a quien compras tiene cara, tiene su propio negocio y no llevas tantas prisas cuando te encuentras en dichos lugares.
Un tomate recién cortado de la rama, el melón que te comes al sol, la lechuga que arrancas de la tierra...
Yo sigo guardando esas sensaciones sabrosas, pero como digo el gusto no ha desaparecido, está desperdigado por muchos lugares, solo hay que tener tiempo, pararse y descubrirlo.
Un dicho romano dice: "No es que no tengamos tiempo, lo que sucede es que lo perdemos mucho".
GREGORIO GIGORRO Fuente de peces Centro Cerámico de Talavera En Aranjuez a 6 de noviembre de 2019 |