Al principio era cariñoso y detallista conmigo,
cuando me quedé embarazada de Jessica se puso muy contento,
aunque yo sé que le hubiera gustado más un chico,
más tarde perdió el trabajo, y empezaron los problemas,
pero yo siempre noté cierta pelusa pues él con rintintin,
me decía que yo era la rica,
los hombres, bueno, muchos se sienten de menos,
cuando una gana más que ellos, tonterías.
Yo no podía dejar el bar,
necesitaba llevar dinero a casa,
la tripa iba engordando,
no le veía con ganas de traer un mendrugo a casa,
lo único que traía eran las cervezas del super para ver los partidos,
pero si es un mecánico cojonudo,
pero nanai se conforma con los 400 por lo de la espalda,
ya sabes y claro no llegamos,
encima otra vez estoy esperando,
esta que viene no es como la Jessica,
ya estoy de cuatro meses,
y no puedo dejar el bar,
¡Estoy hasta el coño de este tío!
es que no me echa una mano,
tú te crees que después de estar aquí to el día,
me tengo que poner a hacer la casa cuando llego,
porque el so perro no mueve el culo,
¡Tendrá valor!
Y es que yo no necesito a ningún tío,
siempre he salido adelante,
y ahora no va a ser menos,
bueno, y eso que mis padres me echan un cable,
yo no les he contado nada,
pero no son tontos, salta a la vista.
Sus ojos chispeantes desdecían lo que salía por aquella boca,
la dueña del bar sentada a su lado,
escuchaba sin pronunciar una sola palabra,
la mirada sin parpadear,
y de vez en cuando asentía como si le diese la razón.
Los ventiladores no cesaban de dar vueltas en aquel bar,
la gente comía en la terraza sombreada, olía a fritanga,
las chicharras no paraban de cantar,
el cielo era azul intenso y ya era la hora de la siesta.
GREGORIO GIGORRO Boceto para bandeja Serie frutas y peces 2019 En Aranjuez a 8 de septiembre de 2019 |