¡Cómo aquel viaje, ninguno!, sin preparar, sin programar, de golpe y porrazo, él, le dijó: "Vámonos". Le mostró dos billetes de autobús, en su mochila llevaba dos bocadillos, dos trajes de baño y dos jerseys ligeros por si hacía frío; pero su verdadero equipaje, estaba repleto de alegría, de ganas de vivir, de conocerse y conocer juntos otros lugares.
Se marcharon al Sur por la noche, y a la mañana siguiente estaban frente al mar, se encontraban en un sitio donde la primavera ya se sentía, se olía aunque fuera invierno. Abandonándose a las caricias, a las risas, a los paseos al borde de las olas lamiéndoles los pies; tenía la impresión de estar en un lugar desierto, donde la calma les inundaba los pulmones, los ojos ciegos de las casas asomadas al precipicio y los vaivenes suaves de las palmeras parecían observarles. Al anochecer llegaron a Granada, callejearon por el Albaizyn bajo la luz de las estrellas. ¡Qué noche más hermosa!, ¡Qué mañana tan bonita!, descubrieron juntos la Alhambra: los mil reflejos en el agua de esa arquitectura tan grácil, tan sugestiva, las filigranas de las yeserías; el susurro de las fuentes lo inundaba todo, todo ese perfume provenía de los arriates llenos de flores, de los naranjos...
Bajo el sol de la tarde, uno al lado del otro se adormilaron con una calma risueña en los jardines del Generalife mientras los ojos verdes de un gato gordo no dejaba de mirarles.
GREGORIO GIGORRO "En Toledo había una playa" -Boceto- Óleo sobre tabla Firmado y fechado en 2.009 Medidas: 28 x 35 cm En el Soto de Legamarejo a 18 de Agosto de 2.012 |