miércoles, 22 de mayo de 2013

Atlético de Madrid, campeón



Amaneció un día de primavera frio, era viernes diecisiete de mayo, mes florido y hermoso, este año aún más, debido a las lluvias acaecidas; con un ambiente inestable, alternando ratos donde el sol reía, con otros donde lloraba sobre el terreno de juego, lugar de la celebración del derbi más esperado del año.


La jornada avanzaba, los ánimos de los fervientes seguidores de ambas alineaciones iban creciendo, por fin llegó la hora, el partido fue reñido, de un dinamismo trepidante entre el equipo galáctico y el Atlétic  arropado por una afición enardecida. ¡Fue apasionante!, y lo digo yo que no me gusta este deporte en absoluto, pero si practico el ejercicio físico con frecuencia; ahora bien cuando se trata del equipo del Calderón es diferente, porque valoro con mayúscula la voluntad, el esfuerzo y la perseverancia, no importa a lo que te dediques.


La espera ha merecido la pena, después de catorce años ha obtenido la victoria contra el coloso del Bernabéu, habiendo jugado los dos francamente bien.


Si tuviera que apuntarme a un club no lo dudaría, porque éste apoya incondicionalmente a sus jugadores, pase lo que pase; los hinchas colchoneros son sufridores natos, nunca dejan en la estacada a su equipo. En un mundo en él que el éxito es algo fundamental, apostar por el caballo perdedor temporada tras temporada, resulta verdaderamente anacrónico.


Con un presupuesto muchísimo más bajo que su contrincante, su coraje y su paciencia extraordinarias, les ha llevado a buen puerto, hasta la plaza de Neptuno, dios del mar, abarrotada de público con la alegría que les caracteriza para celebrar la victoria.


Enhorabuena a todo el equipo y a sus seguidores que como yo  creen cada día en  que los sueños pueden realizarse.


GREGORIO GIGORRO
"El jugador"
Tinta y acrílico sobre lienzo
Firmado y fechado en 2013
Medidas: 50 x 50 cm



En Aranjuez a 23 de mayo de 2013

sábado, 18 de mayo de 2013

Interior



La locomotora de un tren antiguo sobre la mesa baja del luminoso salón, parecía mirar al caballo de cartón fallero, que se encontraba sobre una alfombra esparcida por el suelo, se diría un jardín multicolor y geométrico, pletórico de flores encendidas entre los arriates rectilíneos, dando el contrapunto al piso de color madera, mientras el ojo ciego de la televisión vigilaba la escena; sobre todo ello un ventanal dejaba ver un paisaje urbano presidido por una cúpula, se trataba de un interior. Ella había recorrido con su mirada cada detalle del cuadro, después de un rato, exclamó: "¿Desde tu casa se ve una cúpula?", él se sorprendió por la  pregunta y enseguida le respondió:  " No, pero se verá".
 
 
Pasaron tres años pintando y viviendo; ahora desde su casa se veían no una, sino tres cúpulas, rodeadas de un inmenso jardín que se prolongaba en el campo haciéndolo aún más grande.
 
 
Es curioso, porque el tren que pintó tampoco existía en aquel momento, pero si es verdad, que al poco tiempo su cuñada le regaló a su  hijo el mismo; de igual manera sucedió con el caballo, él creía recordar  que de pequeño había uno en casa de sus abuelos maternos con el que jugaba, en todo caso quedaba muy bien haberlo incluido en la composición pictórica, al igual que la cúpula, ya que en aquel barrio del sur, donde habitaba había muchas cosas pero  ningún alarde arquitectónico como el retratado.
 
 
Sin embargo, lo pintó probablemente porque anhelaba que el sitio donde quería vivir fuera así, de hecho andando el tiempo los elementos pintados tomaron carta de naturaleza; y es que los sueños si los visualizas con toda tu fuerza y con insistente frecuencia, a fuerza de soñarlos pueden adquirir forma real.
 
 
Para muestra sirve un botón.
 
 
GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"La bicicleta y el pez"
Óleo sobre lienzo
Firmado y fechado en 2008
Medidas: 81 x 100 cm



En Aranjuez a 18 de de mayo de 2013