jueves, 13 de diciembre de 2012

Una tienda particular


De un tiempo a esta parte se oye con frecuencia decir: "Me duele la cabeza o qué mala cabeza tengo, voy de cabeza..."; medio mundo anda desquiciado, basta con dar un paseo a pie o en cualquier medio de locomoción  para comprobar lo que os digo. Las personas deambulan sin verse, con la mirada perdida, absortos en sus cuitas, la gente está crispada; se usa el claxon a la primera de cambio, se grita mucho; mucho ruido y pocas nueces es la tónica reinante por estos lares.

Las buenas formas se encuentran de capa caída, demasiadas personas se extrañan si les saludas  por la calle o  pides algo por favor... Actualmente puedes tener miles de amigos virtuales y sin embargo no conocer al vecino del piso de arriba. El número de niños de padres separados es grande teniendo en cuenta la escasa natalidad, y es que casi nadie aguanta a nadie. La autoridad de los padres brilla por su ausencia en favor de niños consentidos y poco preparados para llevar algún día las riendas de sus vidas; vivimos en un mundo al revés.

Pensando en emprender un negocio, me devané los sesos, a punto estuvo mi "azotea" de salir echando humo, cuando por fin, di con la tecla.  Yo ofrecería algo distinto a los demás: ¡Abriría una tienda de cabezas, sí, como lo oís! Examinada la situación, viendo este mundo resquebrajarse, lleno de prisas, donde no se sabe si se va o si se viene, se sube o se baja; en definitiva sin norte alguno, lo mismo que se cambia de casa o de coche, ¿porqué no cambiar de cabeza?, para mejorar, claro.

Habría que hacer una limpieza exclusiva a cada cliente para que éste encontrara el mejor modelo de  testa; al mismo tiempo montar un gabinete para recuperar el sentido común, el más común de los sentidos brilla por su ausencia; deberíamos reinstalar de una vez por todas los principios que han regido nuestra vida, dando importancia al esfuerzo, a la voluntad, al riesgo, a la ilusión y a la creatividad.  A ser menos individuos y más personas, nos necesitamos los unos a los otros, porque todos estamos condenados a entendernos desde el respeto.

Por supuesto, para iniciar un  negocio sea el que sea, se necesita solventar muchos trámites: la elección de un lugar idóneo, bien situado, una llamativa publicidad, un capital...¡Qué sé yo!, un sinfín de vericuetos que hay que sortear para llegar a buen puerto y en eso estamos.

Verdaderamente que razón tenía Ortega cuando decía: " Lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa, por eso nos pasa lo que nos pasa".


Gregorio Gigorro
GREGORIO GIGORRO
"A borbotones"
Tinta china y acrílico sobre cartón
Firmado y fechado en 2.012
Medidas: 37,5 x 26,2


En Aranjuez, a 12 de diciembre de 2.012.