domingo, 23 de abril de 2023

Pura locura

 

De pronto un desgarro recorrió la estrecha escalera iluminada por una triste bombilla, aquel grito contenía todo el dolor imaginable, la mujer no cesaba de gritar nerviosamente ante la mirada atónita de la chica que sostenía la muñeca que le había entregado aquel ser derrotado e inválido.

Enseguida llegaron los enfermeros, consolaron a las dos pues estaban acostumbrados a los frecuentes estallidos de dolor.

Aquel lamento para cualquiera desmedido provenía de una mujer, de una madre que había tenido todo lo que un ser humano puede desear, fama, dinero y amor, hasta la belleza le sonrió; su vida estuvo trufada de éxitos literarios, todo lo que escribía era un acontecimiento editorial hasta que de pronto todo, todo desapareció, cuando le arrebataron a su hijo en circunstancias extrañas.

Aquella mañana de primavera como tantas otras el niño iba de la mano de su madre, charlaban, se reían; su hijito era todo para ella, de repente un coche aparcó y de él salieron dos hombres muy decididos, nuestra pareja no advirtió de su presencia y siguió paseando a la sombra de los árboles, sin beberlo ni comerlo ella notó un fuerte tirón separándole con fuerza de su retoño y así comenzó su calvario, a partir de ese momento su vida cayó hasta llegar al pozo profundo donde se encontraba, no cesó y no escatimó en medios para lograr recuperar lo que le habían robado pero todo fue infructuoso y poco a poco ella se hundió en una negra espesura hasta acabar internada en un sanatorio psiquiátrico, era una rosa marchita, una muñeca rota debido a ese vacío enorme imposible de llenar por nada ni por nadie puesto que de sus entrañas le privaron de lo que más quería,

Es tremendamente difícil aunque se intente con todas las fuerzas de las que dispones saber todo lo que le pasa por la cabeza y el corazón a una madre, a cualquier madre porque esto le puede suceder a cualquier hijo de vecino.

GREGORIO GIGORRO
Fragmento


En Aranjuez a 23 de abril de 2023


En el día del libro



sábado, 15 de abril de 2023

Cádiz

La primera vez que fui me deslumbró, tenía 13 años, sería la luz sobre la bahía al atardecer, tal vez el olor intenso a yodo paseando por la playa, quizá el viento de levante despeinando las altas palmeras, puede que fuese el perfume del azahar en primavera o serían sus gentes alegres y acogedoras que son el poso del tiempo pues Gades es con sus más de 3000 años la ciudad más antigua de Occidente y eso no es cualquier cosa.

Desde los fenicios, los cartagineses, romanos, árabes, cristianos, todas esas civilizaciones han dejado un legado tan rico como variopinto.

Me sigue fascinando esa ciudad abrazada por el mar que contra viento y marea resiste al tiempo hasta llegar a nuestros días.

Es hermoso ver la luz arrolladora que envuelve la plaza de San Juan de Dios abierta al puerto como si fuese una inmensa puerta, con un casco equilibrado, un ayuntamiento señorial; toda ella huele al Caribe, de hecho en Cartagena de Indias hay un edificio calcado del anterior.

Cómo romano es el teatro, de los más grandes del imperio edificado por la familia Balbo, ricos comerciantes de la época que por cierto tenían su sitio reservado en el anfiteatro Flavio en Roma o los restos de las dependencias del puerto en época fenicia, sin dejar de mencionar el rosario de iglesias amén de las dos catedrales con las que cuenta la urbe y que custodian obras de arte sacro muy reseñables.

El sello de la importancia comercial a partir del XVIII cuando de Sevilla hasta allí se traslada la Casa de contratación queda patente en los numerosos palacios diseminados por el centro histórico, hasta asistió al nacimiento de la Constitución de 1812; tantas y tantos ejemplos podría citar que sería arduo.

Pero yo me quedo donde estoy que es tomando un pescaito frito delicioso con buena compañía a la sombra de las palmeras que jalonan la calle de la Virgen de la Palma en el barrio de la Viña, después de darme un bañito en la playa de la Caleta, por cierto imposible olvidarse los atardeceres en este lugar de baño, un lugar familiar, recoleto que cuenta con un balneario decimonónico mientras ves las barquitas salpicadas sobre el agua o el paseo al borde del mar, chasqueando las olas contra las murallas, el cielo inmenso, el aire quieto, una familia de gatos tomando el sol sobre las rocas artificiales... 

En fín no les cuento más, vengan, déjense acariciar igual que hace el Atlántico con esta ciudad que sin duda les encandilará.


Gregorio Gigorro

En Aranjuez a 16 de abril de 2023

 



domingo, 2 de abril de 2023

La mirada

 Aquellos ojos incisivos y serenos estampados en un cartel delante del museo, ejercieron una atracción arrolladora en los dos, aquel retrato de mirada profunda, de rostro armonioso invitaba a ver la exposición anunciada.

Ni siquiera se miraron, a los cinco minutos ya tenían la entrada en la mano, subieron la escalinata a buen paso, llenos de curiosidad; no repararon en la bolsa de plástico en la que llevaban unas cosillas que habían comprado en el rastro, pero los vigilantes en el umbral si se percataron, con ese bulto no podían entrar, tras la indicación de uno de ellos la escondieron en un rellano pegado a la puerta, y santas pascuas.

Nada más encontrarse bajo la cúpula y la escultura de Carlos V y el furor olvidaron el contratiempo; la gran galería estaba abarrotada de turistas, ellos pasearon entre tanta hermosura hasta llegar a la muestra... "la colección Frick", junto al retrato de aquella dama cuyo autor era Goya pendían de sus muros otros tantos de Velázquez, El Greco, Murillo; lo llamativo de este último artista fue que además de los retratos realizados por él figuraba su autoretrato, las obras expuestas procedían de la colección antes mencionada, cuya categoría es digna del Museo del Prado.

Su artífice fue Henry Clay Frick, magnate estadounidense del acero y mecenas del arte, quien comenzó a atesorar obras a principios del siglo XX, desde Pittsburgh, más tarde en Nueva York mandó construirse una mansión situada entre la quinta avenida y las calles 70 y 71 entre 1912 y 1914 a cargo del arquitecto Hastings, de estilo neorenacentista donde vivió junto a su familia disfrutando de su maravillosa colección. Abarcando en el caso de la pintura maestros desde Cimabue, Bellini, Vermeer, Velázquez, Murillo, Goya, Turner, Fragonard entre otros autores, de este último en concreto posee las pinturas del pabellón de Louvenciennes para Madame Du Barry, amante de Luis XV, pero además de la pintura cuenta con una magnífica muestra de esculturas renacentistas y barrocas, relojes, porcelanas, alfombras, mobiliario del siglo XVIII, un exquisito gabinete de dibujos renacentistas, barrocos...

La colección obedece al hecho de que era su vivienda en Nueva York, como es lógico quería disfrutar de ella por lo que prefería los retratos y los paisajes a otros temas; desgraciadamente no vivió mucho tiempo allí porque murió, su mujer y su hija si lo aprovecharon más. 

A partir de 1935 después de la adecuación pertinente, se abrió el museo que hoy conocemos situado en el corazón de Manhattan que cada año es visitado por 300.000 personas, se le equipara con otros museos por sus dimensiones y selección de sus obras, como son la colección Wallace o la de Lázaro Galdeano en Madrid, museos más acogedores y más agradables para ver que los grandes espacios expositivos.

Debido a trabajos de mejora en su sede, parte de sus obras han viajado hasta Madrid, por eso podemos gozar de ella. Dar una vuelta bajo la frondosidad del cercano paseo o pasear un rato por este templo de la belleza es siempre agradable, en esta ocasión además es recomendable porque las piezas expuestas son de primer nivel, como todo lo que custodia el Museo del Prado, por si fuera de su interés la muestra se exhibira hasta el 6 de julio de 2023.

GREGORIO GIGORRO
"Duende"
Óleo sobre lino
40 x 40 cm
Firmado y fechado en 2017



En Aranjuez a 2 de abril de 2023