miércoles, 29 de marzo de 2017

Retahíla


Rojo como las fresas relucientes,
o reventones como los geranios en la ventana.

Suave como el perfume del clavel de tu solapa.

Para rojo, el de aquel atardecer en el campo desierto,
con la tierra desnuda, 
rezumando a hierro.

Rojo como ese vestido de fiesta,
con esos zapatos de tacón salpicados de lunares blancos.

Como tu boquita de fresa pintada de rojo carmín;
y roja como un tomate se puso su cara.

Gregorio Gigorro