domingo, 22 de septiembre de 2019

El cesto



Iba cargado de fruta, asustado pues era su primer trabajo, con ojos de 13 años miraba todo con extrañeza, tan alejado de los verdes montes, de la niebla que envolvía las aldeas, lo que veía le parecía hosco, inhóspito.

Gracias a que su tío se encontraba en la capital, él estaba cerrado en aquel ascensor esperando con nerviosismo llegar hasta su primera entrega, eran plátanos y naranjas dentro de un cesto de mimbre.

Ella lleva toda su utilería en  otro cesto también de mimbre; va derecha aunque nerviosa al esperado examen.

Me  haré un lío con tanta sábana, mira que si se me olvida el texto o se me traba la lengua o se me cae la trenza, qué se yo, se decía para sus adentros.

La nombran para entrar en la sala, de pronto sus dudas se disipan, pisa firme, va a por todas.

Y así fue, poco le importo que fueran muchos los que querían ingresar en aquella escuela.

Tanto el abuelo como la nieta cambiaron de cestos, de ascensores, de rivales en este circo que es la vida, como tantos otros payasitos.

Su hija le decía siempre, papá, yo quiero vivir en esta calle, porque se ve la sierra y las mejores puestas de sol.

Ahora pasados unos añitos el abuelo vuelve a tocar el timbre de aquella finca señorial, esperando a que se abra la puerta, los ojos de ella chispearon, los de él estaban enrojecidos, ya no lleva ningún cesto, el abrazo que se dieron fue interminable. Al  despegarse supo que le había traído castañas, muchas castañas del bosque que su tío había dejado de cuidar, sus ojos derramaron una lágrima, no sabemos si la guardo en un cesto o en otro lugar.

El que hace un cesto hace ciento o no vuelve a hacer ninguno más, quizá los hace distintos cada uno y en ellos guarda diferentes cosas, recuerdos qué se yo; tienes un cesto para guardar tus asuntos miserables o  felices, quizá los vacías de vez en cuando, más que nada para hacer sitio, tal vez los hayas perdido y no  te quedan ganas de buscar otro o a lo mejor decides abrir una fábrica de cestos de mimbre aunque sepas que lo que de verdad se lleva es el plástico.

¿Tú tienes muchos cestos en tu vida?, son de mimbre o de otro material...

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"La Caleta"
Acrílico sobre papel
Firmado y fechado en 2019
Medidas: 57,5 X 54,5




En Aranjuez a 22 de septiembre de 2019



sábado, 14 de septiembre de 2019

Blanca Fernández Ochoa


      Blanca con tu sonrisa eterna ya habrás llegado al cielo después de este calvario,
tú que no escatimaste ningún esfuerzo por llegar a las cimas más altas, que hiciste del deporte tu pasión, fuiste un espejo gracias a tus triunfos para muchas deportistas que han venido después.Tú que todo lo tuviste, en un descenso lento todo despareció hasta quedarte en cueros; empezó el duro camino de salvar los muebles, el matrimonio, los hijos, en definitiva tu vida.

Pero te negaron todo, unos y otros con  buenas palabras, a buen seguro, hasta quedarte seca, sin esperanza, y claro entre todos la mataron y ella solita se murió.

Mucho mejor hubiese sido evitar el despliegue de medios carísimos para encontrar tu cadáver, si te hubieran proporcionado un trabajo digno, acorde a tu persona.

Parece que la muerte es mas rentable que la vida, la primera nos pone casi siempre en buen lugar, casi todos cuando nos morimos somos buenos, pero cuando nos vamos no podemos decir gracias, patético. Comprar flores para quien no puede olerlas verdaderamente es de juzgado de guardia. Demasiado tarde para lamentaciones cuando el remedio era tenderte una mano, no valen la culpa ni la disculpa, ni las noticias ni los noticieros gratuitos y tampoco las condolencias formales y vacías.

Me hubiera gustado conocerte personalmente; mientras viva recordaré siempre tu sonrisa, franca, fresca, pueril.

Descansa en paz.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
El vuelo
Óleo sobre lienzo
Firmado y fechado en 2013
Medidas: 146 x 97 cm


En Aranjuez a 14 de septiembre de 2019
















jueves, 12 de septiembre de 2019

El doncel


Más de quinientos años lleva recostado plácidamente, con las piernas cruzadas, vestido con casco, cota de malla, como si hubiese aprovechado una tregua en la guerra, dedicándose a leer un libro que sujeta en sus manos con los ojos hacia éste; destilando paz y dulzura, su madre hubiera deseado que se dedicase mas a las letras que a las batallas, quizá por ello don Fernando, su hermano le rindió este tributo después de su muerte, acaecida en Granada hacia 1488, sirviendo al duque del Infantado.

Es la escultura funeraria más importante del renacimiento español, sin duda la mas personal; no está durmiendo al contrario parece haber despertado del sueño eterno, a sus pies acompañándole encontramos el león (la inmortalidad) y el lacayo que representa la fidelidad. Uno se queda petrificado ante tanta sencillez y elegancia como si del alabastro en que está tallado se hubiese convertido, fue su hermano quien corrió con todos los gastos del sepulcro pero ni el arco gótico que le cobija ni los relieves de la parte inferior ni las otras esculturas de don Fernando mencionado mas arriba como la de sus padres y abuelos que descansan en la misma capilla le van a la zaga, por cierto, se desconoce la autoría de esta obra maestra aunque podríamos hablar de Sebastian de Almonacid.

Todo ello se encuentra en la capilla de Santa Catalina, dentro de la catedral de Sigüenza, ejemplo señero del arte cisterciense en nuestro país, donde además de dicha capilla podemos contemplar un patrimonio religioso de primer orden.

Deben de acercarse a esta ciudad armoniosa en medio del campo, yo siempre que puedo me escapo, porque la sola visita de esta personal escultura bien lo merece.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
El Doncel de Siguenza
Guadalajara (España)






En Aranjuez a 8 de agosto de 2019



domingo, 8 de septiembre de 2019

Lamento


Al  principio era cariñoso y detallista conmigo,
cuando me quedé embarazada de Jessica se puso muy contento,
aunque yo sé que le hubiera gustado más un chico,
más tarde perdió el trabajo, y empezaron los problemas,
pero yo siempre noté cierta pelusa pues él con rintintin,
me decía que yo era la rica,
los hombres, bueno, muchos se sienten de menos,
cuando una gana más que ellos, tonterías.

Yo no podía dejar el bar,
necesitaba llevar dinero a casa,
la tripa iba engordando,
no le veía con ganas de traer un mendrugo a casa,
lo único que traía eran las cervezas del super para ver los partidos,
pero si es un mecánico cojonudo,
pero nanai se conforma con los 400 por lo de la espalda,
ya sabes y claro no llegamos,
encima otra vez estoy esperando,
esta que viene no es como la Jessica,
ya estoy de cuatro meses,
y no puedo dejar el bar,
¡Estoy hasta el coño de este tío!
es que no me echa una mano,
tú te crees que después de estar aquí to el día,
me tengo que poner a hacer la casa cuando llego,
porque el so perro no mueve el culo,
¡Tendrá valor!
Y es que yo no necesito a ningún tío,
siempre he salido adelante,
y ahora no va a ser menos,
bueno, y eso que mis padres me echan un cable,
yo no les he contado nada,
pero no son tontos, salta a la vista.

Sus ojos chispeantes desdecían lo que salía por aquella boca,
la dueña del bar sentada a su lado,
escuchaba sin pronunciar una sola palabra,
la mirada sin parpadear,
y de vez en cuando asentía como si le diese la razón.

Los ventiladores no cesaban de dar vueltas en aquel bar,
la  gente comía en la  terraza sombreada, olía a fritanga,
las chicharras no paraban de  cantar,
el cielo era azul intenso y ya era la hora de la siesta.


GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
Boceto para bandeja
Serie frutas y peces
2019



En Aranjuez a 8 de septiembre de 2019


miércoles, 4 de septiembre de 2019

Roque


Roque era un borrico muy risueño, de un gris reluciente, regordete, paticorto
y provisto de unas grandes orejas.

Lejos quedaban los años en los que era un burro de carga como tantos otros
en aquel pueblo, rodeado de montañas y tierras de cultivo, donde era
impensable la existencia del mal. Poco a poco los animales fueron sustituidos 
por máquinas inmundas de un ruido sonoro y peor olor.

Y también poco a poco sus dueños un matrimonio ya mayor fueron envejeciendo
con él solos pues sus hijos se marcharon lejos en busca de otros horizontes.

Delfina y Anselmo un buen día decidieron cambiar también de aires con su rucio,
vendieron lo poco que tenían y se compraron una casita en un pueblo a la vera del mar.

Él se entretenía en el huertecillo criando todo tipo de hortalizas, verduras y algún que 
otro frutal, Roque cambió la carga pesada por una más liviana es decir pasear de arriba
a abajo a todos los niños que venían a veranear con sus padres cada año.

El animal se relamía cada vez que los pequeños le obsequiaban a escondidas con sus 
chuches, enseñando su dentadura al reírse. Echaba de menos a sus compañeros de fatigas,
pero esta vida le parecía mucho más descansada.

De la plaza de los naranjos partía cada paseo del ramal de Anselmo quien se ayudaba con
cada carrera a su pequeña jubilación.

Un día encontrándose parado en dicho lugar, una cabra lo miró como si le conociera,
pero  no se dijeron ni mu, hasta que más tarde, al llegar a casa cayó en la cuenta que era
Pepa, claro mucho más mayor, y se puso muy contento pues era de su mismo pueblo
la cabra en cuestión; volvieron a rememorar pasados tiempos, se veían y se contaban sus 
travesuras, sus devaneos cuando estaban más ágiles, con el tiempo se fueron encariñando, 
de esta manera logró olvidar aquellos compañeros con los que se cruzaba cada mañana al 
salir con su amo al campo.


GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
Boceto para un cuento
Boligrafo sobre papel
2019


En Aranjuez a 4 de septiembre de 2019

domingo, 1 de septiembre de 2019

Descanso


La piscina es un cristal quieto,
nadan lentamente por la superficie azul,
a su paso las ondulaciones sin fin del agua parada,
sin ruido les aporta un placer silencioso,
el sol les hiere los ojos,
los árboles frondosos rodean la piscina deshabitada,
algún pájaro revolotea de acá para allá,
las tumbonas con las toallas abandonadas por sus dueños,
que se han marchado a comer, parecen mirarles,
sienten el suelo húmedo del jardín,
el mantel blanco e impoluto,
la paella apetitosa,
la sangría refrescante les alivia la sed.

Todo es calma, una dejadez que te acerca al disfrute sin buscarlo,
y pensar que en esos momentos,
montones de personas llenan las playas, carreteras, monumentos...
qué se yo;
cuando justo a tu lado hay lugares que te invitan al descanso,
donde te escuchas, oyendo únicamente a tu corazón.

Gregorio Gigorro
Gregorio Gigorro
Bandeja en melanina
medidas 38 X 48 cm
Fabricadas en Valencia (España)


En Aranjuez a 1 de septiembre de 2019