lunes, 29 de junio de 2015

Exuberancia barroca


En la primavera de 1640 subió a los cielos que tanto había pintado,  Pedro Pablo Rubens, flamante pintor flamenco, dejando una copiosa producción que atesoran los grandes Museos de este mundo, como el Prado, el Louvre, el Ermitage o la National Gallery Londinense, por citar algunos templos donde se guarda lo mejor de la  pintura de todos los tiempos. Para llevar a cabo tal producción contó con un taller fiel a los dictámenes del artista, del que cabe destacar a Van Eyck entre otros. Personifico el triunfo del barroco en el arte, en un mundo siempre convulso, plagando techos, estancias, iglesias, palacios, conventos..., para mayor gloria de sus comitentes, en un tiempo en el que la clase alta, patrocinadora del artista tenía la obligación de ayudar a este gremio; de esta manera se enriquecía la hacienda y el nombre del cliente.
 
Sus composiciones llenas de movimiento y color, relatan historias tanto paganas como religiosas, dotándoles siempre de un rabioso y a la vez elegante dinamismo.
 
Bien cerca tenemos el Museo del Prado, si vivimos en España, para gozar de esta obra tanto en bocetos de temas mitológicos como en composiciones religiosas, pongo por caso la magnífica "Adoración de los Magos" que a juzgar por la indumentaria representa el hecho como si fuera coetáneo al artista; cuantas veces me he sentado ante este lienzo que no paró hasta conseguirlo el rey Felipe IV, pues con anterioridad había sido una pertenencia de Rodrigo Calderón, ministro que cayó en desgracia, como tampoco paró en mientes al enviar a Londres a Luis de Haro para que pujase en la subasta pública de los bienes del decapitado Carlos I de Inglaterra; he puesto este ejemplo pero podría hablar de otras obras custodiadas por el mencionado Museo. Se nota la influencia italiana en su producción como también en la de Velázquez al que conoció cuando vino a Madrid, pues el pintor flamenco también ejercía labores diplomáticas  además de las pictóricas, disfrutó largamente de su fama y de su gloria en toda Europa, amante de la vida y sus placeres supo rodearse de objetos hermosos, bellas mujeres y cuando enviudo de la primera no dudo en elegir a otra igual de guapa y algo más joven que él. Las penas con buen pan son menos.
 
Qué maravilla poder desarrollar todo ese potencial creativo, tener la posibilidad de dar trabajo a un montón de colaboradores, bajo su batuta por supuesto.
 
Mi hijo una vez se interesó por un cuadro que resulto ser de Mengs y le dijo a la vendedora: "Cuando tenga un Rubens, avíseme, porque quiero  regalárselo a mi madre", era muy pequeño, al poco tiempo en otro lugar, el dueño me mostró "Diana y los viejos", estaba en el suelo sin enmarcar  y vuelto a la pared, junto con otros tantos; pero enseguida al verle reconocí el estilo, por cierto también estaba vendido, pero cuando regresé a casa le dije, hoy he visto un Rubens, hijo.
 
Desde las apoteosis teatrales que tanto llevó a cabo, en los mejores escenarios posibles de su época, contemplará el circo actual y para sí, repetirá lo que un día dicen que dijo: "Me gustaría que el  tiempo fuera de oro y no de hierro", haciendo clara alusión a la guerra.
 
GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
Fachada clasicista (fragmento)
Óleo sobre lienzo
Firmado y fechado en 1991
Medidas: 80 x 40 cm



En Aranjuez a 29 de junio de 2016