sábado, 7 de abril de 2012

Roma






Y llegó en tren, una mañana sofocante del mes de Agosto de 1.980. La estación Termini se encontraba abarrotada de gente, cogió su mochila y enfiló la Via Nazionale, con su corazón acelerado, sus ganas de veinte años con el deseo irrefrenable de constatar todo lo aprendido.

¡Roma, la madre del cordero!


Se refrescó comiendo una rebanada de sandía que le supo a gloria.


Y después, el rosario de iglesias con sus cúpulas como senos de mujer a cual más interesante, los foros imperiales, los pinos, cipreses y adelfas fucsias salpicaban las columnas, las ruinas, los palacios..


De repente el Coliseo majestuoso y rotundo, era como lo había imaginado. El calor seguía apretando, aunque no había sombra sobre las aceras, abundaban las fuentes por doquier, él metía sus pies en ellas para aliviar el cansancio. 


Después de tanto trajín y tanta historia, tomó un autobús hasta San Pedro, cruzó el profundo Tiber, ante él, Sant'Angelo, la mole redonda para descubrir después la cúpula inmensa de la Basílica y casi de repente y sesgadamente entró en la columnata de Bernini, la magnificencia del conjunto se le vino encima, se quedó boquiabierto, atónito; el silencio lo rompió una de las hermosas fuentes de la plaza.


Se dió la vuelta y a pie continuó bebiendo a sorbos tanta historia, placidamente, sin prisa, la ciudad se había quedado medio vacia huyendo de la canícula y esa soledad le encantaba.

A esa hora de la tarde el conjunto solemne de la Piazza Nabona con las iglesias y las fuentes aparecía iluminada en tonos rojizos, volvió sobre sus pasos hasta la estación, cerca de ésta extendió el saco de dormir y descansó del largo viaje por Europa  que había culminado en una ciudad para él inolvidable a la que siempre desearía volver.




GREGORIO GIGORRO
"En Roma"
Técnica mixta sobre cartón
Firmado y fechado en 2.012
Medidas: 50 x 36 cm




Aranjuez, 7 de Abril de 2.012



































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