Los ojos de un bebé, de un pajarillo, de una lagartija... ¿Las flores tienen ojos? Las vacas sí que los tienen, grandes y redondos; los ojos de un caballo, de un toro, te escrutan firmemente; los de un perro me siguen, como si hubiera sido su dueño. Los de un niño son limpios, te reflejas en su iris virginal, como si fuera un cristal, los de un gato resaltan en la oscuridad de la noche, creando un ambiente inquietante. Hay ojos que chispean de alegría, o de sorpresa, otros se encuentran tristes y melancólicos; abundan los que miran pero no ven. ¿Verán los peces, las serpientes, las tortugas...?, y si lo hicieran, ¿cómo nos verían?.
Nosotros vemos, ¿nos vemos de verdad? Hay ojos que piden ayuda, perdón, ternura; algunos destilan rabia, ira, desánimo, cansancio, ansiedad, nerviosismo, dulzura, paz...
Los hay azules como el mar azul, verdes como la canción, negros como el cuento, profundos como un pozo hondo. Hay personas que no miran cuando hablan con otras, hay miradas que dan vida, que tocan con el alma y éste no necesita de las palabras.
¿Y tú, qué miras? ¿Qué ves?
GREGORIO GIGORRO "El festín" (boceto para tabla de mesa) Tinta y acrílico sobre papel de embalar Firmado y fechado en 2.012 Medidas: 49 x 91,5 cm Aranjuez, 27 de agosto de 2.012 |
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