Qué gusto sentir los rayos del sol, cuando se abren camino entre las hojas carnosas de la parra, sentado en la hamaca arropado por su sombra verdosa, a esas horas del domingo cuando las chicharras aún duermen; mientras los gatos se empeñan en trepar por el granado.
Qué gusto da ver al saltamontes despistado sobre la santolina, al pensamiento amarillo resistiéndose a marchitarse después de tanta sequía.
Qué espectáculo, es comprobar que los ramilletes de la glicinia siguen floreciendo aunque la primavera se haya marchado.
Qué alegría escuchar el saludo sonoro del canario y el periquito.
Qué bien ver sobre el alfeizar de la ventana al gato con su mirada verde pidiendo su comida mañanera.
Qué delicia ver las caricias sin fin que prodiga a sus pequeños.
Qué refrescante relajo nadar solo en una piscina azul como el mar, mientras los otros comen a esas horas decentes.
La verdad, es que no hay nada mejor que ir al revés del mundo.
¿Pero dónde te habías metido? -Pues estaba aquí, debajo de la sombrilla de paja, esperándote-
Y se marcharon a comer al borde del río tan fresquitos.
GREGORIO GIGORRO "Los piragüistas" Óleo sobre lienzo Firmado y fechado en 1999 19 x 33 cm Aranjuez a 24 de octubre de 2013 |
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