Cayó como un saco de patatas en el sillón, había viajado tanto hasta llegar allí que estaba hecho un trapo; recorrió un montón de pasillos interminables, subió cientos de escaleras angostas y empinadas, desvanes desangelados y oscuros y un sinfín de habitaciones hediondas sin moverse de su cama.
Sintió el vértigo del cansancio pero pudo resistirse a la debilidad; a su lado estaba él, como un guiñapo, dormía gracias a los tranquilizantes a buen seguro que le habían suministrado la noche anterior. Y volvió a verle como tantas veces, aquel niño regordete y risueño que un día fue; siempre sonreía jugando con su padre, compartiendo mil y un cuentos a lo largo de la pequeña sala de estar del apartamento. Con frecuencia pensó para él, en un horizonte lejano, plagado de logros, sembrado de sueños; pero la vida quizás le tenía reservadas algunas sorpresas, que enturbiarían aquel supuesto y brillante porvenir. Demasiadas veces lo que alguien desea, es justo lo contrario de lo esperado, entre tanto su hijo seguía tan telendo, ajeno a las cuitas del padre, sin perderle ripio; oía su respiración pausada, rememorando tranquilamente el tiempo transcurrido en la vida, corta vida de aquel. Ahora, indefenso continuaba su marcha indefinida a ninguna parte, esa era la impresión recibida.
Un golpe seco en el hombro le hizo abrir los ojos, una voz también seca y distante le dijo: "Ya están aquí los de la ambulancia".
"Pues vamos", le respondió.
GREGORIO GIGORRO "Tal como eras" Acrílico y tinta sobre lienzo Firmado y fechado en 2014 40 X 40 cm En Aranjuez a 1 de octubre de 2014 |
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