La primera vez que me regalaron un libro, fue en la escuela, don Vicente el maestro a la sazón, se dio cuenta de mis habilidades con el dibujo, por eso me regaló una biografía de Joaquín Sorolla y Bastida, ¡madre mía, lo que me gustó!, nunca supo el bien que había hecho, más tarde quizá tendría trece años, el párroco de mi pueblo, don Pedro hizo lo propio con "El Quijote", eran y son tres tomos, encuadernados finamente, con pasta dura, de color rojo corinto y adornos vegetales en oro; recuerdo como pasaba las hojas, con sumo esmero, se diría que fueran a quebrarse.
Más tarde me apunté al Círculo de Lectores gracias a una amiga del pueblo y fue otra revelación, me comía literalmente los libros; si quieres, puedes procurarte un ratito de soledad, de placer, de un viaje en toda regla sin moverte del sitio donde te encuentres, sin embargo te entran unas ganas imperiosas de conocer lo que han descrito en esas páginas.
Es curioso recordar una de mis primeras ilustraciones, se trataba de lanzar una colección de libros de bolsillo, les hice una familia de cuatro miembros, situados en una azotea bajo un sol radiante, reunidos en torno al padre, quien les leía plácidamente mientras los tres escuchaban tan ricamente; era la revista "De Libros".
De lo que les refiero ha trascurrido cierto tiempo, pero esto no ha empañado ni por asomo la idea de inculcar desde bien pequeños a nuestros hijos las variopintas facetas que tiene la vida desde dentro de la familia; las ansias de conocer, de superarse, la curiosidad del ser humano lejos de recortarse se ha de desarrollar, fomentar desde pequeños. La lectura te pone en contacto con otros mundos lejanos a ti, otros personajes, otras historias..., además tenemos la suerte de hablar un idioma como el nuestro que nos pone en contacto con un gigantesco número de publicaciones de toda índole a lo largo del mundo y eso no es moco de pavo.
Hoy estamos de fiesta, ¡cuánto hizo Cervantes por nuestro idioma!, y que poco hicieron sus coetáneos por él, pero sin embargo perdura su obra, poco importa la carcasa que arrastró en su azarosa vida.
La educación que comienza en la familia debe continuar en la escuela, en la calle, a lo largo de la vida; generación tras generación aumentando así nuestro acerbo cultural. El idioma es un instrumento de relación entre las personas y la literatura la forma escrita, que nos hace más ricos, verdad de la buena. Las palabras representan ideas, conocimientos, sensaciones que aliadas con la fantasía pueden proporcionarnos momentos deliciosos, inolvidables y mágicos.
Gracias, mil gracias, allá donde esté, Señor Príncipe de los Ingenios y nosotros si hace falta haremos como aquellos personajes de Truffaut reunidos en una isla inaudita para transmitir el saber de unos a otros de forma oral, para que nada ni nadie se prive del gusto de leer.
¡Feliz día del libro!, en Aranjuez a 23 de abril de 2015.
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