Entre el bullicio de aquel bar, frente a San Juan de Dios, le llamaron la atención unos ojos cansados pero con chispa, al volverse de repente. Él comenzó a hablar, de sus labios, pausadamente brotaron mil viajes en el camión, cargado de frutas, hortalizas, pescados..., por las carreteras de Europa desde su querida Granada.
Aún le quedaba tiempo para acompañar a la guitarra al gran Enrique Morente; habla de su hija Estrella como si fuera de su familia, la ha visto crecer.
El tiempo transcurre lento, recuerda a Ava Gadner, la mujer más hermosa que ha visto, cuando venía a la ciudad y relata los sonoros saraos que organizaba. Nos describe su boda cerca de la fuente del Avellano, ahora descuidada; como los alemanes compran desde hace poco cuevas en el Sacromonte o los desmanes cometidos por ciertos ediles municipales.
Después de tanto ajetreo, sus piernas están cansadas, le cuesta andar; a pesar de tanto ir y venir por el mundo, ahora tiene un bono de un restaurante económico cerca de la calle Elvira. De aquella boda celebrada cerca de la cuesta de los chinos y sus desvelos por el bienestar de su familia queda el recuerdo amargo y nada más.
Sus ojos siguen vivos, gracias a todo lo vivido o quizá por eso destilan calma, nostalgia por un mundo desaparecido que no volverá jamás.
GREGORIO GIGORRO "Jesusito" Óleo sobre lienzo Firmado y fechado en 1980 Medidas: 28 x 21,5 cm En Aranjuez a 25 de agosto de 2015 |
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