"Nada te turbe, Dios no se muda, quien a Dios tiene nada le falta..."; pensamientos que destilan un discurso profundo, muy válido para estos tiempos vacíos, llenos de prisa, de ruido; es difícil imaginar el mundo aquel tan distinto al actual.
Fue una mujer culta que luchó contra viento y marea, por algo en lo que creía. "Escriba, escriba sus pensamientos", le animaba el Padre dominico en San Esteban de Salamanca; de igual manera que los Duques de Alba serían los valedores de sus deseos de reforma, sobre todo la Duquesa, pues él se pasó su vida entre guerras: se me antoja imaginarla junto a la Señora en aquella sala redonda repleta de las hazañas bélicas pintadas sobre sus muros o asistiendo al nacimiento de uno de sus nietos.
Atraídos por esa fascinación, atravesaron el puente con un montón de ojos, donde el Tormes remanso cristalino de paz y sosiego presta el espejo a Alba, con sus iglesias, conventos y el torreón altivo pero solitario, vestigio del esplendor de sus propietarios. Colocado de forma armoniosa, sin entrar en detalles sobre un cerro ocre que contrasta con la verdura jugosa de las riberas del río.
La huella de la Santa queda y hasta aquí llegó para descansar en paz, después de una vida de trasiego y dificultades pero pudo conseguir vivir según deseaba. Ya lo decía ella: "La paciencia todo lo alcanza".
Iglesia de San Juan Alba de Tormes Salamanca En Aranjuez a 21 de septiembre de 2015 |
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