Me estremezco de gusto al contemplar los amarillos chillones de los macizos de flores silvestres que bordean por partida doble la carretera, no son obra de Le Nôtre o de Boutelou, pero cuando llega la primavera el jardinero desconocido se hace tan presente que inunda toda la tierra de colores y olores, es así, sin haber ido a la escuela; al subir la cuesta esos colores se desparraman por todos los rincones, detrás las casas que podrían ser más afortunadas, me digo para mis adentros, menos mal que las percibo en segundo plano, aplastadas por un firmamento añil potente como la vida que se me representa.
Al mismo tiempo en la radio suena Ojos verdes, de pronto recuerdo a mis padres echándose un paso doble hace unos cuantos años siendo yo pequeño; siento todo esto, lo veo porque tengo ojos más para ver que para mirar, para rememorar hechos que me llegan al corazón porque tengo memoria, porque sigo viviendo y nada mas y es que puede uno hacerse mayor, la otra opción la contemplo pero no la considero creo que mientras busque la belleza en cualquier lugar, persona o cosa no envejeceré, seguiré estando vivo aunque con mas años.
GREGORIO GIGORRO Fragmento de capricho Acrílico, rotulador y lápiz de colores Medidas 105 X 75 cm En realización En Aranjuez a 22 de marzo de 2020 |
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