viernes, 19 de marzo de 2021

Los girasoles

 

Después de haber recorrido cada palmo de la calle, después de remirar cada establecimiento de arriba a abajo, volvió sobre sus pasos hasta ella; parada frente a la barroca fachada de San Juan de Dios. Para admitir sin más remedio que el bar que buscaban para desayunar, había sido sustituido por un supermercado, donde se vende de todo, en los que nada tiene sustancia, de esos en los que todo es plástico, cosas de usar y tirar, decorado con colores estridentes, para llamar la atención de cualquier viandante distraído, falto de una visión adecuada, por eso son descaradamente llamativos.

Ellos se miraron desconsolados, buscaron otro sitio para tomar un café, aunque no fuera igual.

Adonde iban todo tenía sabor, olor; se oía el ruido de las conversaciones mientras que el sol entraba a raudales por los ventanales, eran asiduos a Los Girasoles, ese era el nombre de dicho bar. Inolvidable aquel Jueves Santo, aquella cena después de la procesión porque estaban juntos los cuatro disfrutando de lo lindo como tantas veces en aquella ciudad que los había visto crecer.

Se podía ver como los dueños preparaban la comida detrás de la barra mientras podías tomar una caña siempre con una tapa generosa, los propietarios eran una familia entrada en años, el tiempo pasó por ellos como para todo el mundo, faltos de continuadores en el negocio tuvieron que cerrar; la verdad es que se merecían descansar después de tanto ajetreo y puede que en el cambio ellos hayan ganado.

En fin, Los Girasoles era un bar de barrio, eso sí con solera y prestancia en el cogollo de Granada, con su barra de acero inoxidable, con sillas discretas de madera, piso de terrazo marrón claro, paredes verde pastel...; puede que la decoración fuera mejorable aunque lo superaba con creces el ambiente popular de un lugar que como tantos otros como ultramarinos, pastelerías, zapaterías, floristerías, van desapareciendo por todos lados, sustituidos por franquicias con un trato desangelado y unos productos insulsos.

Habrá un momento en que todo eso permanecerá en el recuerdo enmarañado de nuestras vidas; otros que vendrán no echarán en falta lo que desapareció por no haberlo conocido. De cualquier forma, unos y otros no valoraran en su justa medida lo que tenemos hasta que lo perdemos.

 

GREGORIO GIGORRO
"Por la calle de Alcalá" 1993
36,8 x 32 cm
Acrílico sobre papel

En Aranjuez a 19 de marzo de 2021



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