Agua para las fuentes cantarinas,
los arroyos juguetones,
los embalses enormes,
los ríos que riegan huertas y jardines.
Agua para tu boca sedienta,
para los gorriones y las golondrinas.
Agua para las mangueras,
cayendo con furia sobre los tejados del palacio.
¡Qué lástima que ayer no hubiera habido una tormenta descomunal!
Tanto que lo hubiera barrido todo,
y hay mucho desperdigado a nuestro alrededor.
¿Qué diría la duquesa tan celosa de sus propiedades?,
nada, porque solo está en nuestra memoria;
el viejo edificio empezó a morir al abandonarle,
después se puso en venta, como un inmueble cualquiera,
obviando que se trataba de un monumento.
Como no hay transcendencia alguna en estos tiempos,
no hay interés por conservar nuestro legado,
para mantener la memoria de los que nos heredarán.
Ahora se lleva aquí te pillo y aquí te quemo,
vivir para ver arder lo que se tercie.
En el Convento de Santo Domingo Santa María la Real de Nieva Segovia En Aranjuez a 3 de mayo de 2018 |