En Sevilla el 11 de marzo de 1526 cuando la primavera apuntaba maneras y fragancias de azahar se casaron Isabel de Portugal y Carlos I de España, ambos primos carnales y nietos de los Reyes Católicos despertando la expectación y el júbilo de todo el pueblo llano que abarrotaba el recorrido por donde transcurría el cortejo; los dos jóvenes primero lo hicieron por poderes y más tarde se celebró la boda en los Reales Alcázares de la capital andaluza, a la sazón convertida en un centro de operaciones comerciales al más alto nivel, pues a ella llegaban todas las riquezas americanas por lo que floreció el comercio, la cultura y el arte merced a la mezcla de banqueros, hombres de negocios, destacando los genoveses, alemanes y españoles que fijaron muchos de ellos su residencia allí.
Isabel tenía veintitrés años, era conocida por su belleza y dulzura además por los retratos de Tiziano, que por cierto el más conocido lo pintó después de la muerte de la reina, no fue el único caso en este sentido. Tuvo una formación esmerada, estudió lenguas, arte y música, era buena amazona, hábil en el bordado y profundamente católica; su carácter recordaba al de su abuela Isabel de Castilla.
Él de veintiséis años había llegado a España en 1517, siendo educado en Gante; tuvo que enfrentarse a un reino que desconocía realmente, a un idioma que no hablaba y por último a una herencia gigantesca: España y América más todo el imperio germánico, casi nada.
Isabel por su parte pertenecía a un país que era una verdadera potencia marítima y por tanto no estaba manca, de hecho la dote aportada al matrimonio fue de 900.000 doblones de oro mientras Carlos aportó 300.000.
Hay que hacer notar que la política en la decisión del enlace regio pudo tener cierto peso ya que debido a la guerra de las comunidades acaecida antes, necesitó dinero para sufragar el ejército imperial y fue Portugal quien lo suministró, además se dio la circunstancia que el rey tenía que casarse y la princesa portuguesa era la idónea, aunque tambien se dice que dicha princesa ya había mostrado su interés hacia el príncipe.
Isabel entró por la puerta de la Macarena en Sevilla, tuvo que esperar siete días a la llegada del que sería su marido; el encuentro fue un flechazo, la boda se llevó a cabo a las doce de la noche habilitando un altar en los aposentos de Isabel, el matrimonio se consumó esa misma noche, al parecer el recién casado no podía esperar.
El amor que se profesaron duró hasta la muerte de ésta, existen cartas custodiadas en Bruselas que lo atestiguan.
La ciudad se engalanó para la ocasión, los Reales Alcázares, antiguo palacio abadí de época medieval se vistió de estilo renaciente adecuándose parte del jardín asi como diversas estancias para la celebración, pero la muerte de Isabel, hermana del novio unido a la Semana Santa hicieron suspender los festejos que habían programado.
Lo que no fue obstáculo para disfrutar a continuación de seis meses de viaje de novios en Granada, concretamente en La Alhambra donde se adecuaron diversos aposentos para su disfrute, precisamente fue allí donde ella empezó a sentir el embarazo del que sería posteriormente Felipe II; más tarde nacerían María, Juan, Juana, sufrió algunos abortos, algún hijo nacido muerto; por todo ello su salud se fue debilitando, corriendo grave peligro su vida, lo que no impidió realizar su trabajo como reina consorte debido a las frecuentes ausencias de su marido, de hecho éste solo pudo asistir al primer parto, ya que pasaba la mayor parte del tiempo sofocando conflictos en Europa.
Como consecuencia del último parto la emperatriz murió en el Palacio de Fuensalida en Toledo en 1539, Carlos se sumió en una profunda tristeza y se refugió en un monasterio cerca de la ciudad imperial no queriendo ver el cadáver de su amada.
Estando de luna de miel, él le regaló una flor extraña, desconocida en Europa, era un clavel, traido de Oriente, tanto le gustó a Isabel que Carlos mandó plantar un jardín cuajado de claveles, ¡cosas del querer!
Ya hace mucho tiempo de ésto, ahora como antes los claveles adornan multitud de balcones sobre todo en Andalucía, no es difícil ver los moños de una mujer adornados por una flor asi o la solapa de una chaqueta de un señor, pero curiosamente en ambos casos asociados a una celebración, a un hecho importante de la vida.
GREGORIO GIGORRO "El vuelo" Óleo sobre lienzo, 2013 1,46 X 97 cm En Aranjuez a 13 de marzo de 2022 |