-Siéntese señora-le dice tranquilamente la joven a una mujer de unos sesenta años con dos bolsas verdes y voluminosas, lustrosa para más señas, ésta le responde con sequedad-De ninguna manera, yo no me siento- La chica insiste, la otra ni por esas, que sigue sin sentirse, perdón sin sentarse o lo que sea; por mucha prisa que lleve, llegará igual que los demás viajeros de aquel autobús atiborrado de gente hasta en el pasillo.
Él
asiste a la escena mirando de reojo la ventanilla por la que chorrea el agua,
sin ganas de parar. El vehículo avanza lento por la carretera sinuosa, por fin
la señora entrada en carnes pulsa el timbre para apearse, otros viajeros
también descienden, de pronto ella siente que se ha confundido de parada y
aporrea la puerta sintiéndose torpe y diciéndose para sus adentros, "Las
prisas nunca fueron buenas"; vuelta a empezar, ahora sí se sienta y parece
que siente alivio pues han quedado plazas libres.
Él
se siente tranquilo porque sabe que el trayecto es pesado, aunque sean pocos
kilómetros los que haya que recorrer, qué más da si nadie le espera, eso le
tranquiliza, se adormece con el movimiento del autobús, que para en todos los
pueblos que atraviesa.
La
joven le dice con suavidad: -Ya hemos llegado-, él se restriega los ojos para
ver mejor a la chica.
"Es
curioso, se parece mucho a la del sueño", mientras se apea despacio,
"Juraría que la he visto antes", en otro lugar, o en otro sueño; se
abotona el abrigo porque siente frío y la humedad de la lluvia que ha cesado,
ya es de noche cerrada, el firmamento está raso y repleto de estrellas.
GREGORIO GIGORRO "Desde el círculo" Bandeja melanina En Aranjuez a 21 de noviembre de 2021 |